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martes, 3 de septiembre de 2013

Then you stand.

Hemos llegado a un punto el que o te quieres o te hunden. Dejemos a un lado la parafernalia y todo el rollo de lo increíblemente increíbles que somos todos y lo del amor propio. Yo soy una persona y tú también. Yo tengo problemas y tú también. Yo considero los míos muy importantes y tú haces lo mismo con los tuyos. No somos diferentes. Yo no me quiero y tú tampoco. Yo tengo mis momentos de autoestima alta y tú también.
Pero yo tengo mis cosas, mis detalles, miles de pequeños aspectos que me hacen ser yo y no tú. Aun busco las palabras que consigan hacerte ver que no quiero que me compadezcas, que he aceptado las cosas y quiero cambiarlas, pero callar lo que siento es algo que no va a influir en la velocidad a la que lo haga; ¿por qué iba a guardármelo? Aceptar mis defectos no es quererlos más, si digo que estoy harta de sentirme menos que las que son más guapas es porque es verdad y no porque quiera que ne dores la píldora o que me enumeres mis virtudes. No quiero que me digas que soy mejor que las barbies de plástico vacías por dentro porque eso no es verdad. Yo tengo facilidad para tocar el bajo y ellas para los bajos. Trágate tus princesas porque no soy una, pero no vengas a negármelo porque estoy bien asi. Pero ¿ves? Aun crees que me autocompadezco y que me va el victimismo, pero lo que más claro puedo decirte es que yo soy yo y mis defectos. Que son un lastre pero son mis lastres y son una dulce condena, no intentes robármelos. Mi rabia es mía y mil veces te pediré perdón si la descargo sobre tí, pero no necesito ladrones en mi vida. Siempre voy a estar interesada en oir tu opinión sobre mis problemas y tus soluciones, pero siempre que sea algo que yo pueda llevar a cabo. Yo no me enamoraría de mí, ¿por qué iba a exigirle algo a nadie? ¿por qué iba a hacerlo alguna otra persona? Por eso si alguna vez derramo alguna lágrima por este tema será porque este hecho me molesta, no porque necesite que me abran los ojos ni nada parecido. Lloraré lágrimas de impotencia y nunca de cocodrilo. Cuando alguien comienza a fijarse en mí me es inevitable el pensar que soy la única opción porque veo que a mi alrededor hay mil mejores, ¡pero es algo que está bien! Haré todo lo que se me ocurra para hacer creer a esa otra persona que ha hecho bien y que yo puedo llegar a ser tan buena como ellas, pero nunca dejaré que algo así se me suba a la cabeza.
Una vez leí que la vida era hundirse o nadar, y si algo sé es que a mí no me va a hundir nadie. Ya he nadado muchas veces contra corriente y me he dejado los brazos en el intento, pero siempre me ha movido algo lo suficientemente importante como para hacerme olvidar todas mis barreras. Puedes criticar y desapobrar todo lo que quieras mi escala de importancia hacia el mundo, pero no vas a cambiarla; solo yo tengo ese poder.

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