.

.

sábado, 29 de diciembre de 2012

You're gonna catch a cold for the ice inside your soul.

Perdió la gracia y el sentido cuando nuestros silencios desaparecieron y se ahogaron entre vuestras risas. Cuando vuestros gritos ya no acallaban mis lágrimas, y vuestras sonrisas ya no espantaban los fantasmas de mis sufrimientos. Llegó en un momento en que pasamos a ser la tormenta. Yo el trueno y vosotras el rayo; nunca las tres juntas. Ya no sois la razón de mis sonrisas, ni la razón por la que salgo de mi casa ilusionada. Sois sin mí y yo ta no soy sin vosotras. Habeis sido sin mi mil y una veces, y yo siempre voy a medias. Sois dos cuartos de mí, yo otro y ella el restante. Me completais. Pero sin vosotras soy solo a medias. Sin embargo vosotras sois dos mitades cada una, la mitad de la otra en la una, la mitad de la una en la otra. No volvais a mí cuando me necesitéis, porque seré tan idiota de dejarme la piel. Otra vez. Y otra. Y otra hasta morir por dentro por pensar que volvía a formar un cachito de vosotras y darme cuenta de que seguís siendo  dos mitades cada una.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Ready...GO!

Ven y destrózame si te atreves. Una risotada en tu cara se me escapa cada vez que te cruzas. Sin ánimo de ofender, pero es que es muy cómico. ¡Vamos! ¡Ármate lo más fuertemente que puedas y enfréntate a mí! No deberías tenerme miedo, ya me has vencido una vez...¿No? Es que, no te entra en la cabeza, eres peor que un burro: aunque me esconda tras mi pelo y evite mirarte a la cara, yo soy más fuerte que tú. Yo sé aprender de mis derrotas, sé sufrir en silencio cuando he de callar y desahogarme justo delante de las personas adecuadas.Y ahí, tú y yo somos muy diferentes. ¡Cómo te gusta montar el numerito y contarle tu vida a quien le importa una mierda! Pues nada nene, usa tus armas de mujer más fuertes y enfréntame. Tengo el leve presentimiento de que te ganaré; soy más atractiva que tú. Quiero pedirte una tregua antes de la gran batalla (la cual estoy segura llegará pronto). Quiero que luchemos como los caballeros de la edad media: limpio y sin trampas. No se valen las sonrisas, ni los guiños, no los besos cerca de las comisuras de los labios, ni los movimientos de flequillo hacia atrás, lo cual nos incluye a ambos. Si tú aceptas, yo acepto. Le reto a un duelo señor ojos verdes.
Un reto del que se arrepentirá de haber aceptado. Un reto del que no saldrá vivo. Un reto que le cambiará la vida. Soy mucha mujer para usted, señor ojos verdes; soy más de lo que usted nunca ha buscado porque soy más de lo que usted merece. Ya me he cansado de mirarle siempre desde abajo. Soy mejor persona que usted, asi que prepárese para la batalla de su vida.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Dicen que mi vida es un exceso, y yo me vendo solo por un beso.

Al principio creyó que era una broma. No podía ser verdad, un año entero había pasado, ese sentimiento que tantas lágrimas le había hecho derramar no podía seguir ahí. No, no era posible; ella misma lo había echado a patadas. Ella era más fuerte que cualquier pensamiento, ¡Tenía que imponerse! No podía permitir que al verlo, volvieran a volar mariposas en su estómago. Ni moscas ni escarabajos, ni ningún insecto que le hiciera cosquillas en la tripa, un buen trago de insecticida iba a acabar siendo lo mejor. Luego pensaba que el insecticida podría hacerle daño en la garganta, que mejor estarse quieta y dejar sus cuerdas vocales intactas y preparadas para gritar bien fuerte cuando esto estuviera preparada que ya lo había superado por completo. Eso mismo, por completo, ese detalle lo fastidiaba todo. Era como un 'quiero y no puedo' que no la dejaba en paz. Ese detalle que impedía que el trabajo quedara bien hecho; ¡Con lo perfeccionista que era ella! Que desfachatez de sentimiento.
Se volvió el gusano mariposa, cansada de volar y no poder.
"Yo soy más fuerte" se repetía una y otra vez. Ya no lloraba, simplemente sonreía como una imbécil; la verdad, sin saber si eso era bueno o malo. A veces se acobardaba y sonreía mostrando todos y cada uno de sus preciosos dientes. Otras sacaba todo el valor de su cuerpo y se ponía seria, echando a fuera toda intención de sonreir o de echarle algún piropo a esa estúpida foto que hacía que perdiera el control. Esta vez era de las de sacar las agallas. Y vaya si las había sacado, las había sacado tan afuera que las había perdido.  Y no las encontraba; vaya si buscó, pero no las encontraba. A lo mejor habían ido a parar al fondo del mar, junto con las llaves de su casa que había perdido hacía una semana. Al final, después de mucho buscar las encontró. Las halló en el mismo lugar dónde se escondía ese dichoso sentimiento. Escondido, muy, muy, muy escondido, a penas visible, pero casi inutilizable. Al final estaban sus agallas en el más recóndito rincón de su alma, allá donde podían salir a relucir cuando les viniera en gana, más también allí donde ella no podía cogerlas para llevarlas de nuevo a su lugar de origen, al lugar a donde pertenecían. Fue ahí cuando comprendió que ese sentimiento jugaría al escondite con ella tal y como él había hecho con sus sentimientos. No podría atraparle nunca, o al menos no en mucho tiempo. Tendría que sacar fuerzas de flaqueza y hacer frente a ese problema que le carcomía por dentro de otra manera, una muy diferente a la que había estado usando hasta ese momento. La indiferencia. Tendría que pasar mucho tiempo hasta que ella lo olvidara, más hasta ese momento, no le quedaba otra que aceptar lo que se le venía encima y afrontarlo con valentía, mucha valentía, pero sobre todo con indiferencia.