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martes, 23 de diciembre de 2014

Nada bueno, nada más que el polvo que queda de las hogueras, como el hollín de la chimenea. Como si fuera yo pa musa de Murphy y esa persona que ha retado al destino con un "no hay huevos a liarte con la suerte". Por tonta, ahora han roto y están de malas, y me como yo las patadas de ambos lados, que combinadas duelen el triple.

viernes, 19 de diciembre de 2014

"Esta vez, yo quería quererla querer y ella no"

Supongo que me di cuenta a tiempo de que no me salia rentable estar contigo, ni quererte ni tenerte; y menos mal. No podía sentirme siempre en de duda contigo, y eso que aun me sale a pagar. Bueno, me salía, mi deuda está oficialmente pagada.
Solía pelearme contigo siempre con cargo de conciencia, como se siente compasión de la gente enferma, como si tuviera que tratarte con especial cuidado por quererme de esa manera; y así no funcionan las cosas. ¿Por qué siempre tenía que acabar todo igual? Supongo que vi claro justo en el momento oportuno que el amor no va de esa manera, ningún tipo de amor. El amor es igualdad, no tenía por qué sentirme siempre culpable.
La deuda de quererte por las tardes se ha acabado porque te la has cobrado con mi paciencia. Me estaba ordenando la cabeza buscando en algún rincón alguna mínima manera de compensarte, de volver a ser amigos, de pagarte con confianza lo que no supe sentir; y tú has rechazado mi propuesta antes si quiera de que pudiera ofrecértela. Ya es suficiente, estamos en paz. Al menos yo lo estoy, no sé si tú descansas por las noches, y eso no es algo que a mí me quite el sueño.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Me gusta la navidad, no por el ambiente consumista, ni por el sentido religioso.
Me gusta caminar por la Gran Vía y ver las luces, y me gusta ver las caras de los niños pequeños porque sé que la mía es igual. Me gusta el frío si es en la calle, me gusta enrrollarme en una bufanda y taparme la nariz, y echar mucho vaho por la boca al respirar. Me gusta caminar con las manos metidas en los bolsillos y me gusta ver a la gente moverse con prisa y con el reflejo de la ilusión de sus hijos grabado en sus miradas.
Me gusta cenar con mi familia, comer con mis amigas, jugar a ser pequeña otra vez y olvidarme de que ahí fuera el mundo es una fiera que amenaza con mordernos a todos cualquiera de estos días. Me gusta poner la mesa, pero solo si es en el mantel rojo de casa de mi abuela, el de las cenas que quitan las penas. Me gusta poner el árbol con mi hermano y mi prima, y hacer el tonto con los adornos. Me gusta respirar en diciembre, y quiero que llegue enero porque es la rama de la que salen volando las perdices de los cuentos.
Me gusta la navidad porque consigue que me olvide del rencor, y todo aquello que le echaría a todo el mundo en cara. Me ayuda a relajarme y a sentirme "zen", y me gusta la sensación de sentirme en paz, aunque solo sea por una vez, conmigo misma. La navidad es esa parte del año en que mi cabeza me saca la bandera blanca y me da una tregua; no es que cierre esa fuente que siempre esta manando, simplemente la suaviza y deja que las palabras salgan cono cae el suave goteo de un grifo, poco a poco, que no queremos inundaciones.

-A ti, que me has hecho decirlo y me has invitado a escribirlo. A ti, porque sé que lo leerás, feliz navidad-

jueves, 11 de diciembre de 2014

Videodiario

Fíjate que al principio no me gustaba el olor a látex. La primera vez que entré a uno de estos me impactó el olor, y me costó demasiado el simple hecho de regular a mis ojos los oculares del microscopio. No me gustaron las mesas. Tienen unas baldas bajas muy incómodas y no hay donde poner a salvo los papeles, siempre se me acaban manchando de algo. La segunda vez que visité el P14 me clavé las pinzas para trabajar en la placa Petri, y el montaje de la muestra me quedó tan mal que ni los eritrocitos se reconocían. Mira hasta que punto empecé con mal pie, que la primera vez que pisé aquel laboratorio me puse la bata del revés y perdí una goma. Además, no había aquel día ni una talla de guantes que me fuera bien, y el polvillo me da tiricia en los dedos.
Pero es lo que quiero, es lo que me gusta, y todo lo que me desagrada o me sale mal en esas 4 paredes parece menos malo solo con pensar que es falta de practica lo que me cubre las espaldas, que todo irá a mejor. Poco a poco me he acostumbrado a los guantes que nunca se ajustan perfectos, a la elasticidad del látex -que puede jugar muy a tu favor- y a su olor, sobre todo a su olor y al rastro que dejan en la piel. Mira tu por donde, ya me va gustando un poco. He descubierto que el tema del microscopio es psicológico, y que loa de doble ocular no son un invento del demonio con trampa; y lo he descubierto con un dolor de cabeza enorme después de tres horas mirando a su través con el ojo guiñado. Me he dado cuenta de que llevar gafas en un laboratorio es una verdadera put... digamos que un gran inconveniente cuando estás trabajando en la cabina de aire estéril de la cual no puedes sacar las manos y se te escurren las gafas por la nariz. Pero de la misma manera he aprendido el arte de estirar el cuello hacia atrás rozando limites imposibles para volverlas a poner en su sitio. Supongo que todo contra lleva otros tres pros.
La primera vez que entre al P16 me dio claustrofobia y me agobie. Ahora el P16 es esa pequeña habitación donde los acabados en el porta salen como en ningún sitio, aprovechando toda esa luz natural que baña el laboratorio; ahora me resulta cálido y acogedor. Recuerdo también el respeto que me infundió el microtomo la primera vez que lo vi, pero recuerdo bien el proceso de cambiar sus cuchillas; y esto lo recuerdo porque una vez cada semana tenemos que trabajar con él.
Para ser sincera, todo lo que tanto me impresionó la primera vez, a día de hoy lo sigue haciendo, pero con una connotación completamente distinta. Supongo que si tanto me asustó fue porque el viaje hasta que me resultara cómodo iba a ser así mas significativo; supongo que me marcó porque ese es mi sitio, mi futuro hábitat. Supongo que si alguna vez viera algo tan grande y me dijeran que eso iba a ser mio, me asustaría, y supongo que por eso ahora todo el café ha merecido la pena.