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domingo, 31 de enero de 2016

Otra cosa es que no sople.

"Y te has vuelto cristal. No te has hecho de cartón, ni de plástico, ni tan siquiera de piedra; tú aún sientes. La cuestión es que dejas que esos sentimientos te atraviesen y traspasen como la luz pasa por las ventanas, y haces que solo la roca más dura puede rayarte y dejar marca en ti; pero no es verdad. Te falta un último empujón, aún eres arena en algunas partes. Arena débil, frágil y poco cohesionada; arena vulnerable. Y un soplido en el ángulo correcto podría derrumbarte. Pero tranquila, no diré nada."

sábado, 30 de enero de 2016

UComo el estado alterado.
Como una pérdida del equilibrio,de ese estado estacionario al que me había llevado el balanceo de los domingos y el revés de los lunes.
Como la vergüenza.
Como el dolor de estómago en lo más profundo.
Como las ganas de llorar sin fundamento.
¿De dónde nacen?

Como perder.
Como no ganar.
Que no es lo mismo.
Como aprender, y desaprender para afianzar.
Como la ausencia de sueño en ausencia de insomnio.
Como dormir con el sol porque la luna te ha robado el alma.
Como los poetas.
Como sangrar -y desangrarse-.

Como vivir a tu sombra -joder, qué presión-.

viernes, 22 de enero de 2016

Ahora que los champanes me saben a aguarrás

Y no lo ves, tú nunca ves, o eso o hacer ojos ciegos se te da mejor que ponerlos. Dulce pecado de lo consciente maniatado y preso que grita por gritar, por poder decir y chillarte a la cara las cuatro verdades que se esconden en cada forma que tengo de mirar.
Pero no lo ves, tanto tiempo observando y no lo ves, o no lo quieres ver.
Sigue lloviendo, siguen cayendo piedras, pero te sienta bien el paraguas que te regalé, espero que resista mucho tiempo más y no te salpique lo que sea que manche.
Por no ver, no ves caer la noche pero podes ver amanecer; cómo ibas a ver la belleza del respirar si aún no has aprendido a escuchar. Te cierras a la noche y pides a un ser extremo que te abra las puertas, que te ilumine el camino, pero cuando tiro de las cortinas me ordenas que te deje seguir durmiendo. No, tú no ves nada, y las personas ciegas no pueden sentir de forma pura. Has manchado de negro el lienzo blanco que te ofrecí de tanto cerrar los ojos, de apartar la vista, de sembrar sombra donde solo había hueco para el negro de las letras grabadas. 
Sigue sin ver. Sigue en tu ceguera de sentidos. Sigue en tu rincón, pero no esperes que algún día acepte tu ayuda.
Te necesito ahora, y no me vale un después.

jueves, 14 de enero de 2016

Un día te voy a escribir, a secas, y ese día me van a faltar letras, abecedarios e idiomas para poder escribirte bien. Ese día no va a haber poeta que me haga competencia, porque cuando decida escribirte no habrá técnica o lírica que valga, solo instinto -animal-.
Un día voy a sacar todo el fuego y todas las piedras que he ido observando y recogiendo y las voy a transformar en sonidos inaudibles, incomprensibles y lentos, y sonarán solo en mis labios, solo entre mis dedos. Ese día escribiré que el mundo había estado incompleto hasta el momento en que decidí escribirte.
Un día me armaré de paciencia y te explicaré que escribirte no es escribir para ti, que es escribir sobre ti, y eso debería considerarse un delito. Por eso dile a tu cabeza, corazón, que cierre toda neurona sensitiva, y dame la espalda, porque no quiero juicios no tribunales, y porque escribirte es la tentación.
Un día voy a escribirte y voy a escribirme para que entiendas y comprendas, y no te preguntes el qué.
Algún día me voy a sentar y voy a gritar y voy a dejar que todo lo que llevo dentro salga y baile en torno a ti y te observe u se amolde a tu forma, y solo entonces retorne a mí como hacen las musas cuando llega el frío, y me aten hilos a las muñecas y las hagan crear.
Nacer.
Existir.
Y las hagan moverse a un son autómata, libre de culpa.

martes, 5 de enero de 2016

No es que esté en el mejor momento, y lo cierto es que veo la cima muy lejos, pero estoy bien, tranquilos, que no cunda el pánico.
La palabra mágica es esa, bien, y las alarmas bajan, los miedos desaparecen, porque "bien" está terriblemente lejos de "mal" (¿no?). La verdad es que podría estar mucho mejor, pero todo es cuestión de perspectiva, así que no hay peligro. Qué fácil es alejar el pánico de los días tranquilos de todo el mundo, cuántos algoritmos que juegan a camuflarse entre sí. Hay demasiadas formas de pretender, de esconder, de mentir, de ahogarse y desesperar, de desear que todo pare y terminar con lo que sea que juega entre el estómago, el pecho y la cabeza.
A veces ese algo se escapa por los ojos, quienes ingrávidos y febriles se inundan y desconfían, y se encierran en la piel que los rodea, dejan que se barra el polvo que les sirve de excusa y empujan hacia el interior lo que nunca debería haber salido.
La oscuridad no ha sido creada para ver la luz, y mucho menos para enfrentarse a ella.
La boca es frontera infranqueable, los labios aduana ilegal. A veces ese algo toma forma sensualmente y viaja por conexiones indómitas hasta llegar a la barrera, y entonces seduce y sale, y huye, e intenta correr tan rápido que hay que usar la artillería; y traerlo de vuelta con un mordisco, castigo a lo que nunca debió abrirse.
En las fórmulas comunes hay tantas mentiras como en cualquier novela de los noventa, y la habilidad de camuflarlas es la verdadera magia. No, verás,  no hablo de ese camuflaje que aflora pequeñas, muestras de miedo, hablo del camuflaje camaleonico, de adiestrar a los ojos para que sonrían y mientan al compás de las comisuras. No se si me explico.
No me importa, estoy bien.

domingo, 3 de enero de 2016

No quiero una explicación, ningún por qué que solo traería más quebraderos. Solo quiero saber si es seguro, porque si de veras lo estas, ¿dónde me deja eso a mí?  Y peor aún, ¿dónde deja eso a todo mi esfuerzo? No es fácil, lo hago con gusto y siempre seguiré haciéndolo así, pero es tarea ardua; tú eres la más ardua tarea.
He creado en mi mente -en todo mi mundo de papel y tinta- un pedacito, un rincón dedicado a todas las medallas que gano contigo. Cada reconocimiento, muestra de orgullo o mejoría, cada pequeño signo de cariño; supongo que sí que soy un poco infantil, pero me encantan todas esas prqueñas cosas que dosificadas son el cielo y mejor que ningún paraíso de libro. Sea como sea, he reservado un pequeño hueco en el que cuelgo con orgullo todo lo que gano, todo lo que significa ser yo contigo. Y no es que quiera presumir de ello -lo tengo tan escondido que jamás podrías encontrarlo, ni tú ni nadie-, pero no es agradable que condecores a quien no lo merece, a quien ve las batallas desde el palco. Yo no quiero ningún palco, no quiero escudos ni armaduras, ni arma alguna con la que poderme defender, estoy bien en la primera línea, pero coja de confianza y manca de silencios, quiero todas mis medallas en mi pared. Y no es que las quiera por el hecho de querer, las quiero porque si existen, me corresponden.
Y si consideras que son de cualquier otro soldado, que al menos sea de raso; la burguesía deriva de los hipócritas.
Que venga a luchar mis batallas. A escuchar oído al suelo cada paso, y que se desvele maquinando. Que venga y que construya, porque destruir está "mal visto", y que luego recoja todos sus anillos y cuide bien sus manos, porque cuando se camina por tus desiertos no hay nadie que te asista.
Y dile a todo el mundo que esto no es una exigencia, es un grito al intentar ser hasta tus manos para evitarte las heridas y no poder desatarte la venda que te anuda los ojos y la garganta; una súplica ante la necesidad de que veas que yo lucho porque tú eres una de mis causas, y me sobra todo lo demás.

Pedacito de infierno, complejo mundo.

A mil metros bajo el suelo, a niveles catastróficos. Más allá del núcleo y hasta el otro extremo.
¿No es eso la superficie?
Cambia de punto de vista. Es tan profundo que aunque lo buscarás jamás lo encontrarías. Aunque supieras qué estás buscando, podrías pasar por al lado y no verlo.
Supongo que hablo de los pensamientos callados y todo eso que ni si quiera se piensa por el miedo a tener que admitir que la recta es más cuesta arriba de lo que debería. Nadie debería tener que esconder ni echar a correr tras de todo, y mucho menos dejarse los pies huyendo de todo lo demás.
Por eso está escondido, lo he enterrado tan profundo que a penas recuerdo el lugar; y cada día lo siento más profundo.
A mil metros bajo el suelo, a niveles catastróficos.