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sábado, 29 de noviembre de 2014

Tenía un espíritu bohemio. Sí, como los fantasmas de esa película que tanto me gusta, ella tenia un espíritu de esa naturaleza. Bueno, lo tiene, no vayamos a matarla aun, que de tan joven le apremian los años venideros y la ciegan las ganas de más. Si no la conociera diría que es un caníbal del tiempo, y que nunca se le puede saciar; pero yo la he visto en la oscuridad y sé que si es posible, es posible darle poco y contentarla, más aun que dárselo todo y esperar que claudique satisfecha. No, ella tiene un alma bohemia, un alma encasillada en unas creencias que poco tienen que ver con la religión y mucho con la moral, porque ella eligió un día alejarse de todos los dioses para venerarse a sí misma y a la vida. Venera a la vida porque considera que es la única a la que debe rendirle cuentas y así se ahorra el trámite de rezar por las noches arrodillada a los pies de su cama. Se mueve como se mueven los pájaros, porque es mas ligera que la gente normal; nada tiene esto que ver con su cuerpo, y es solo debido a que sus ideas vuelan mas alto que las del resto. Supongo que por eso siempre consigue ver un poco más allá. De verdad que no sé de donde ha sacado esa forma de ser tan suya, esa consistencia tan idílica que la hace ser como es, ser quien es, ser de nadie. Pero aunque de nadie, es mía, es mía más que del mundo porque ella lo ha elegido así. Es demasiada responsabilidad, yo no sé alimentar su alma ni su mente, no sé mantenerla hambrienta; pero ella sabe hacerlo sola, y no me necesita, por eso me necesita. Necesita no necesitarle y yo necesito ser independiente de esa necesidad, esa a la que ya me han atado una vez. No puedo sentir que alguien depende de mi porque comienzo a sentirme terriblemente importante, y yo no soy tan grande. Por eso siento que ella es la única capaz de mantenerme viva, porque solo ella tiene esa forma de ser tan independiente como la mía, sólo ella sabe como hacerme ver que me necesita sin necesitarme, que me quiere ahí pero lejos a la vez. Sólo a ella la entiendo, y se que solo ella me entiende a mí. Es de ella la única persona de la que puedo estar segura sin que nada más me haga falta. A veces se me presenta como un enigma, y me devana los sesos con sus operaciones, pero como con los mejores problemas, solo cuando la meditas y aprendes a mirarla desde todas las perspectivas posibles consigues resolverla. Otras, sin embargo, se me presenta como un libro abierto, y me deja leerla y disfrutar de cada atisbo de locura que se pasa por su mente. Sea cuando sea, siempre es un placer hablar con ella. Nunca entenderías lo que digo porque nunca la veras como yo la veo, pero créeme cuando te digo que es mejor que la armonía entre el blanco y negro de las teclas del piano.

martes, 25 de noviembre de 2014

-Esperarás conmigo hasta que amanezca.
-¿Y después?
-Después follaremos salvajemente, como animales, porque para cuando amanezca estaremos tan borrachos de sentimientos que no habremos de reprimirnos nada, y podremos dejarnos guiar por los instintos de la piel.
-Pero seremos pecadores.
-En efecto, y aun a sabiendas de ello, pecaremos hasta que no exista en la tierra penitencia para nuestras bocas ni perdón por nuestros pecados.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Capitulo tropecientos; Julie, otra vez

"Y así, poco a poco y sin quererlo, se convirtieron el uno en el mejor amigo del otro. Hay quien dijo que eran como novios; y ciertamente eran novios sin derecho a roce, porque a veces el pecado no va de la mano de la piel. Se convirtieron en mutuos confesores, pecadores compulsivos que piden penitencia una y otra vez, y poco a poco se acumularon los momentos. Las malas lenguas dijeron que acabarían equivocándose, pero cuando la amistad es pura no hace falta más. Muchos fueron los que afirmaron una y mil veces que entre ellos siempre hubo algo más, pero cuando ella lo miraba y se reía era otra cosa lo que escondían sus ojos; era picardía, sí, pero consecuencia de la complicidad que se había creado a raíz de los secretos que compartían. Ella hablaba poco, él pensaba demasiado; ella callaba lo que pensaba, él le leía la mente. Y funcionaba, vaya si funcionaba, que a Julie nunca le importó que el mundo entero dijera que estaba enamorada de Pette, porque con el tiempo se había convertido en su mejor amigo y nunca nadie entendería la conexión que había entre ambos cuando él le abría su alma y le contaba todo lo que ni se atrevía a decirse a sí mismo"

lunes, 10 de noviembre de 2014

No me gusta la gente que no es de verdad, no me gustan los falsos ni las personas que viven sin ser ellos. No me gusta la gente que canta en los bares para que le miren, ni la que se encierra en un baño para que la rescaten. Me gustan las personas que cantan en los bares porque sí, y las parejas que se encierran en los baños para hacer cosas malas. No me gustan los que presumen de amor (que al final son los que menos tienen); me gustan más los que lo sienten en silencio y calladitos, dejando escapar en sonrisas lo que el pecho ya no aguanta. No me gustan las mujeres que gritan porque necesitan miles de ojos puestos en ellas, ni las que cambian los jueves por un sábado. No me gustan porque prefiero ser de las que pasan desapercibidas y viven en domingo cada día. No me gustan aquellos que no saben ir de cara o se esconden en los fundamentos porque no me gustan las metáforas. Bueno, las metáforas me encantan, los que no me gustan son ellos y no volveré a compararlos con algo tan bonito. No me gustan los que quieren ver amanecer con alguien, me gustan los que quieren ver amanecer a secas. O en mojado. O como sea. Pero no me gustan las medias tintas, ni esas personas que van de "locas del coño"; somos gatos en tejados, no panteras en la jungla. Como dijo el rey Sabina, somos peces de ciudad, ceñios a vuestro papel; o ser rebeldes, a mi eso no me importa. Yo lo que quiero es que seáis de verdad porque no me gusta la gente madre in china; y no tengo nada en contra de los chinos.

sábado, 8 de noviembre de 2014

La enamoró cuando le dijo que su pelo le recordaba al mar, no por su color ni por su tacto, sino por su ligereza y su fortaleza. Cuando le dijo que adoraba el pelo rizado y todos esos bucles que formaba cuando ella acababa de salir de la cama; de la cama, de la ducha, y de cualquier rincón del mundo. Le dijo que le encantaba acariciar aquello que parecía no tener final, que se perdería en ella como ella perdía las horquillas en su pelo. 
La enamoró cuando la abrazó por encima de los hombros y hundió la cabeza en su cabello, cuando se quedó mirando ese mechón que le caía del moño que se hacía cuando estudiaba. Con ella no le hicieron falta sonetos ni canciones, solo necesitó decirle en voz alta todo lo que ella nunca iba a ser capaz si quiera de pensar. Y entonces le ganó, como le ganan las gaviotas al invierno. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Somos puños en posición de lucha.

Somos almas, somos pasión, somos amores no sentidos y corazones vacíos.
Somos cuerpos, somos alas, somos mentes, cavidades huecas que adormecen con sonidos de ultramar los demonios que no existen, los dioses que hemos creado.
¿Qué dioses? Somos metas inalcanzadas, somos sueños que aún no se han soñado, noches sin dormir que aún no hemos disfrutado, somos esas ideas que aún no hemos tenido y esos cambios que aún no hemos hecho por miedo.
Somos el mundo en continuo cambio y ese cambio que lo pondrá todo del revés, o del derecho; depende de como vivamos ahora. Vivimos haciendo el pino con los pies y con las manos a la vez, a cuatro patas y completamente erguidos. Vivimos porque vivimos, morimos porque aún no hemos muerto y somos espíritus que aún no han volado.
Somos genios en proceso, tontos sin remedio, somos años acumulados en pieles a las que poco les queda por palpar. Somos todo aquello que aún no hemos visto, oído o saboreado; somos sangre al corazón.
Somos París, Venecia, Roma, somos todos los edificios erguidos en el corazón de grandes ciudades, arquitectos en acción. Somos esos escalones que tanto odiamos subir, el momento en el que se cierra el ascensor, el sonido de las llaves en la cerradura; somos ese encaje tan específico que la puerta espera, el pomo frío en nuestras manos.
Somos invierno, el blanco de la nieve y el marrón de las hojas con paredes muy lignificadas. Somos el oscilar de las ramas antes de caer, el peciolo de las partes a punto de ceder. El craqueo de las hojas rotas, partidas en mil pedazos. Somos los días cortos, las tardes oscuras y las mañanas luminosas. Somos todo el frío de los sábados por la noche con promesas de leyenda.
Somos primavera, alergias, somos histamina vagando sin destino y con malas intenciones. Somos heridas reabiertas, cicatrices que no cierran, puñaladas que aún duelen. Pero también somos carnaval, domingos y lunes, días largos, noches que no llegan porque la luna se pone tontorroma y vergonzosa y a la madrugada le da vergüenza irse. Somos verano, pieles tostadas, somos el olor a mar, la arena en el cuerpo, la brisa nocturna. Somos palmeras que se agitan, borrracheras de vino, somos toda la crema solar que no nos hemis puesto. Somos carreras con los brazos, mujeres en topless, hombres nadando como los perros. Somos todos los años que hemos vivido y todas esas arrugas que no nos han salido.
Somos todos los animales del mundo, somos todo lo pequeño que nos forma y todo lo grandioso que podemos formar.  Somos proteínas, fibronectinas, fibrilinas, forminas, timosinas, fimbrinas, timosinas, vallinas, tropomodulinas. Somos pectinas, glucosa, sacarosa, somos enlaces beta en medio de todos esos carbonos anoméricos con afán de ser más que el resto. Si me apuras somos triglicéridos, somos esfingosina y somos estereocilios en continuo movimiento. Y también somos todo aquello que podamos imaginar.
Somos un "vive el momento" constante, el "seize the day", el "carpe diem" y el "live now"; somos todos los estúpidos dogmas que se han inventado, todo lo que vendrá.
Somos el pasado, la historia, la superación, las ganas de siempre más, el motor que mueve todo lo que somos. Somos lo que somos porque somos lo que somos. Somos el futuro, todas esas mentes que harán que un día amanezca de verde y anochezca de rojo y solo el fuego mande. Somos los colores de las miradas, somos esos ojos expresivos y mudos. Somos carmín en los labios de una mujer, gemelos en los puños de un hombre. Somos elegancia, somos delicadeza y juventud. Experiencia, somos ánimo y fuerza, somos más fuerza que pena, más ganas que obstáculos. Somos eternos, infinitos.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Tú de mí y yo de nadie (hablamos de amor, aunque no hablemos ni sintamos ni pensemos ni sepamos)

Al principio nos escondíamos en los portales como cautivos, como asesinos que se esconden de la ley; pero no estábamos haciendo nada malo. Nos escondíamos como los enamorados sin estarlo, y cuando lo estuvimos no intentamos esconderlo, aunque tampoco lo proclamamos. Cuando se nos gastó el amor y se nos fueron los trucos pasamos a intentar aparentar que todo estaba bien, presos de los silencios y del dolor de un corazón que poco a poco se rompe y se muere de sed. Podría decir que me desangré por ti, pero tú me pedías agua, y solo eso sienta bien cuando llega el tiempo de necesidad. Como una cobarde podría decir que hice todo lo que pude, pero si tú nunca dejaste de quererme, sería una infamia por mi parte intentar quitarle el polvo a mis pecados en lugar de rezarlos y rogar penitencia; penitencia a mi conciencia. 
Cuando las cosas empezaron a ponerse difíciles puedo prometerte que intenté mantenerlo todo en mi manos, abarcar cuatro objetos en cada dedo, haciendo malabares para poder con todo. Pero te quise, te quise demasiado como para mentirte, así que no espero que me perdones, ni que me entiendas, solo espero que sepas que nunca hice nada con mala intención.