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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Somos puños en posición de lucha.

Somos almas, somos pasión, somos amores no sentidos y corazones vacíos.
Somos cuerpos, somos alas, somos mentes, cavidades huecas que adormecen con sonidos de ultramar los demonios que no existen, los dioses que hemos creado.
¿Qué dioses? Somos metas inalcanzadas, somos sueños que aún no se han soñado, noches sin dormir que aún no hemos disfrutado, somos esas ideas que aún no hemos tenido y esos cambios que aún no hemos hecho por miedo.
Somos el mundo en continuo cambio y ese cambio que lo pondrá todo del revés, o del derecho; depende de como vivamos ahora. Vivimos haciendo el pino con los pies y con las manos a la vez, a cuatro patas y completamente erguidos. Vivimos porque vivimos, morimos porque aún no hemos muerto y somos espíritus que aún no han volado.
Somos genios en proceso, tontos sin remedio, somos años acumulados en pieles a las que poco les queda por palpar. Somos todo aquello que aún no hemos visto, oído o saboreado; somos sangre al corazón.
Somos París, Venecia, Roma, somos todos los edificios erguidos en el corazón de grandes ciudades, arquitectos en acción. Somos esos escalones que tanto odiamos subir, el momento en el que se cierra el ascensor, el sonido de las llaves en la cerradura; somos ese encaje tan específico que la puerta espera, el pomo frío en nuestras manos.
Somos invierno, el blanco de la nieve y el marrón de las hojas con paredes muy lignificadas. Somos el oscilar de las ramas antes de caer, el peciolo de las partes a punto de ceder. El craqueo de las hojas rotas, partidas en mil pedazos. Somos los días cortos, las tardes oscuras y las mañanas luminosas. Somos todo el frío de los sábados por la noche con promesas de leyenda.
Somos primavera, alergias, somos histamina vagando sin destino y con malas intenciones. Somos heridas reabiertas, cicatrices que no cierran, puñaladas que aún duelen. Pero también somos carnaval, domingos y lunes, días largos, noches que no llegan porque la luna se pone tontorroma y vergonzosa y a la madrugada le da vergüenza irse. Somos verano, pieles tostadas, somos el olor a mar, la arena en el cuerpo, la brisa nocturna. Somos palmeras que se agitan, borrracheras de vino, somos toda la crema solar que no nos hemis puesto. Somos carreras con los brazos, mujeres en topless, hombres nadando como los perros. Somos todos los años que hemos vivido y todas esas arrugas que no nos han salido.
Somos todos los animales del mundo, somos todo lo pequeño que nos forma y todo lo grandioso que podemos formar.  Somos proteínas, fibronectinas, fibrilinas, forminas, timosinas, fimbrinas, timosinas, vallinas, tropomodulinas. Somos pectinas, glucosa, sacarosa, somos enlaces beta en medio de todos esos carbonos anoméricos con afán de ser más que el resto. Si me apuras somos triglicéridos, somos esfingosina y somos estereocilios en continuo movimiento. Y también somos todo aquello que podamos imaginar.
Somos un "vive el momento" constante, el "seize the day", el "carpe diem" y el "live now"; somos todos los estúpidos dogmas que se han inventado, todo lo que vendrá.
Somos el pasado, la historia, la superación, las ganas de siempre más, el motor que mueve todo lo que somos. Somos lo que somos porque somos lo que somos. Somos el futuro, todas esas mentes que harán que un día amanezca de verde y anochezca de rojo y solo el fuego mande. Somos los colores de las miradas, somos esos ojos expresivos y mudos. Somos carmín en los labios de una mujer, gemelos en los puños de un hombre. Somos elegancia, somos delicadeza y juventud. Experiencia, somos ánimo y fuerza, somos más fuerza que pena, más ganas que obstáculos. Somos eternos, infinitos.

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