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martes, 24 de marzo de 2015

Seguro que eres la más guapa de todas, como ya lo eras aquí, con tus ojos azules y tu mirada brillante. Lo peor es que antes de decirme adiós brillaban más que nunca, pero ya no de felicidad, ni de orgullo como antaño; ahora brillaban porque es bien sabido que el agua difracta la luz.
Hoy al levantarme llovía, y puede que llueva mañana. Seguirá lloviendo cada invierno, y cada marzo- o cada abril- al llegar la semana santa sin que nadie pueda hacer nada; y lo que hay que hacer es aceptarlo y dejar que pase todo, hasta el tiempo, porque todo lo demás se escapa. Digas lo que digas, yo soy más lista que mis primos, y siempre era yo la que mejor te leía el evangelio cuando íbamos a comer; y si no es así, niégamelo. Vamos, ven y dime que no. O dime que sí, pero ven solo un rato más.
Cuando te dejé marchar también llovía, y me dije que con el tiempo dolería menos, pero la verdad es que duele igual, y te echo mucho de menos. Echo de menos que me riñas por mandar barrer a mi hermano, que me defendieras delante del abuelo cuando me decía que dejara las muñecas y me fuera a estudiar. Que me enseñes a coser y que me hagas tostadas de aceite para merendar. Echo de menos ir a verte cada domingo y que tuvieras la misa puesta, echo de menos llamarte por las noches.
¿Te acuerdas cuando fuimos todos a verte a casa antes de que te ingresaran? Tú siempre has sido la más diva de tus tres hijas y tus diez nietas, y para reunir la atención que mereces saliste de allí presidiendonos a todos, en una ambulancia. Supongo que no te acordarás de cuando fui a verte en febrero y te dije que no sabía cómo iba a sacar la nota que necesitaba en selectividad, que hacía tiempo que no dormía lo que debería y que en junio, si todo me salía bien, nos íbamos a ir a la playa con una de las titas para celebrarlo.
Abuela mira, ¡mira! Estoy dentro. Mi madre dice que si me vieras con la bata te sentirías tan orgullosa de mí como del resto, pero ya nunca podré estar segura porque no me vas a ver nunca quemarme con un ácido en  un laboratorio, ni graduarme, ni hacer grandes cosas, ni siquiera podrás verme de mayor como has visto a las primas. 
Sé que te habría gustado que me confirmara, pero entiende que me cueste creer en tu dios y en todo su escuadrón si, a pesar de las broncas que me has echado, a mí ni siquiera me ha dado la oportunidad de decepcionarte o hacer que hables de mí como un tesoro. Solo espero que todas tus oraciones y tus plegarias hayan servido de algo y ahora tengas la paz que alguien te robó aquellos últimos meses.


jueves, 19 de marzo de 2015

Se está acumulando la rabia y como no sea extirpada ya, va a empezar a supurar. ¿En que momento perdió el silencio el norte? Se ha ido todo, de ningún sitio, a ninguna parte. La madurez se ha hecho añicos, por parte de absolutamente todos, y en los momentos de la verdad, la mentira baila mejor, asi que es quien liga más.
Ls venganza se sirve fría, pero nadie dijo nada de congelaciones, ¿qué pretendes? Tú, y nadie, y todos, no se qué pasa con vuestras vidas y mucho menos voy a saber qué pasa con la mía. La mía, curioso juego, curiosa ruleta rusa que cada día dispara tres en vez de una sola bala; lo más gracioso es que al final sólo juego yo, y yo misma disparo. El sentido empezó a jugar al escondite con la cordura y ahora estamos todos locos, ¿a qué viene tanto secretismo? Una cosa es esconder el alma, otra es esconder las manos. Quiero que me mires a los ojos cuando me hablas, pero no que veas a través de ellos (porque tengo miedo de que salgas corriendo).
-¿Quien?
-Tú, ¡AJA! Por ti y por todos tus compañeros.
-Entonces, ¿quien?
-Todos.

Viene la guerra, y si voy a luchar sola, ¿para qué guardar provisiones? Nadie me juro fidelidad, total para qué, ¿quien necesita vasallos teniendo fantasmas? Me voy a armar de valor y voy a dejar que marzo me venza y me desarme. No te acerques. No me toques. No te metas. No preguntes.
Quiero que me dejes llorar.
-¿Quien?
-¿Otra vez? Todos.

No quiero memorias, no habrá cantares de Mío Cid ni de ningún otro héroe, porque no habrá libro de historia que recoja esta guerra.
-¿Que eestá en juego?
-El alma
-¿Y contra quien vas a luchar?
-Contra todos

¿O acaso va a haber alguien a mi lado?
No, claro que no.
Sería una pérdida de tiempo, de fuerzas y de energía.
¿Por qué tanto miedo? ¿Me ves con cara de salir corriendo? ¿Tan cobarde crees que soy? Cuando caiga la noche y tenga que encender fuego podrás dormir con sueño tranquilo,  pero aún así es más fácil dudar de mí, ¿no es así?
-¿Y no es mejor dudar de todos?
-Lo vas pillando

Dejadme en paz. Me he llenado de impaciencia y voy a explotar, veremos a ver de qué color lo mancho todo.
-¿Veremos? ¿Quienes? ¿Todos?
-No, esto no lo verá nadie.

viernes, 13 de marzo de 2015

Si hubiera más tiempo del establecido

Si la vida no fueran dos días, juro que leería; leería porque en las letras están los secretos mejores guardados de la humanidad. Los secretos que esta raza nuestra, cruel y con un hambre voraz, guarda y encierra, los secretos que permiten que sigamos vivos, que no hayamos muerto y que nuestros muertos estén día a día más vivos.
Mujer de ciencias, ¿qué dices de las letras?
Leería los miles de diarios de los marines que vieron vidas caer, que vieron civilizaciones erguirse y banderas arder representando ideales que solo los fantasmas defienden ya. Personas que no pudieron llorar a sus seres queridos, que no pudieron ser llorados por los suyos y cuyas almas se ahogaron entre el polvo de las bombas, entre el tequila y el whisky de las barras de los bares.
Todos los libros de historia que cuentan como a partir de polvo hemos llegado a las nubes, como se inventó el fuego y como lo apagamos, como se crea la vida a partir de una sola bacteria.
Leería poesía, y dedicaría sábados enteros a entender dónde iban las golondrinas de Bécquer, a intentar hacerme una lejana idea del dolor de Miguel Hernández tras la pérdida de Ramón Sijé, a imaginar qué es el amor para Shakespeare. ¿Quien era Miss X para Alberti?
Si la vida fuera una semana, leería todos los libros escritos, porque en el arte de las musas está la magia, el poder de decidir quien escribe y quien no, el poder de decidir quien sangra el papel y quien lo rasga. Leería ciencia y dedicaría los domingos de mi vida a invadir la mente de los científicos que alguna vez han visto la luz a la luz de la vela, en madrugadas que parecían eternas y que encerraban la promesa de no dejar al sol salir, porque si eso llegaba a suceder, todos los delirios de locura que han sido los descubrimientos de la ciencia no habrían sido madurados. Estudiaría toda mi vida qué somos y por qué somos cómo somos, no solo 4 años.
Si la vida tuviera menos lunes, dedicaría los martes a leer de leyes, de constituciones y de revoluciones, porque no se puede avanzar sin entender la lógica que nos ha hecho llegar hasta donde estamos.
Cada jueves por la noche leería una novela romántica, idealizada e imposible, y el viernes me pondría los labios muy rojos y bebería para olvidar las bonitas palabras contenidas en los libros de la noche anterior.
Creo que cada miércoles, a la hora del café (tú decides cual de todos) me sentaría liada en una bata a leer sobre los cantares de héroes, a estudiar qué es lo que siempre se ha admirado, a ver la evolución de la valentía y a preguntarme por qué toda esa gente habría estado dispuesta a dar su vida por un poco de honra.
Cada día, leería algo diferente hasta que llegara un momento en que nadie más escribiera, en el que ningún libro del mundo tuviera secretos para mí y en el que, como Don Quijote, viera más gigantes que molinos y más bondad que codicia. Más honor que mala fe.
Pero la vida son dos días y quien la escribe es quien la vive, no se puede dedicar la mitad a leer sobre lo pasado, porque las letras nos han movido siempre tanto que jamás llegaríamos al presente; se nos escaparía el tiempo de los dedos antes de poder si quiera pasar la página.

jueves, 5 de marzo de 2015

Con el tiempo se acaba aprendiendo que las personas son una ciencia inexacta, que no siguen reglas generales y que las excepciones que hacen que normalmente algo se confirme son tan abundantes como escasas. El tiempo acaba enseñando que los corazones son profundos y laten a contrarreloj, que sienten más de lo que parece y que ocultan muchos secretos; los cortes histológicos nunca pudieron plasmar con exactitud el amor ni la conmoción de ciertas palabras. Siempre se acaba comprobando de una u otra manera que el dinero que mueve el mundo es una fuerza mayor que cualquier otra, y que las ganas a veces pueden mover montañas, pero antes ha de haber fondos para constuirlas. Con esto quiero decir que no es el dinero en sí lo mejor, sino que es la actitud de amasar fortuna lo que mantiene vivas y alerta las mentes de las personas.
Volviendo a lo que hay debajo de sus pieles, con el tiempo se aprende que hay veces en las que nadie te entiende, y que cuando lo necesites, no siempre habrá alguien que vea u oiga tu llamada de socorro. En ocasiones simplemente es mejor ahogarse y obscecarse en los errores, madurarlos y expulsarlos como expulsamos el calor. Siempre se acaba aprendiendo, de una u otra manera, wwue nadie será contigo como necesitas que lo sean, y que esa poesía vana de que "nadie está solo" es, además de un gran insulto a la raza humana, uns mentira tan grande como la variedad de soledades que se han hallado y que están por hallar en el mundo.
Cuando has vivido, entiendes que no todo el mundo necesitsa ser escuchado, que no todos están dispuestos a hablar, o a escucharte, en su defecto.
Acabarás sintiendo que sí que estás sólo, y que esa es ls mejor y la peor de las condenas.