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sábado, 31 de agosto de 2013

Ahora sé que es un arte eterno.

Estoy harta de los que creen que esto es una moda y se unen sin saber lo que implica. Si escribes te arriesgas a mostrar tu alma, a dar al mundo el poder de descifrar tus palabras y entrar en tu cabeza. Buscando la pureza puedes volverte loco y perder la elegancia.
¡Atrévete a gritar!
Empezar a escribir es el principio del mejor de los suicidios. Cuando la verdad te atormente, nadie te juzgará como tu propia conciencia y esta solo podrá hablar si le das la oportunidad. Me he cansado del maltrato a las palabras por parte de los imbéciles con complejo de poeta; de las insinuaciones de las actrices con complejo de musas. Escribir es un derecho y no un deber, cuando intentan crear rascacielos de la nada me acercaría a ellos con sigilo para despues gritarles al oído que el fín de esto no es rozar las nubes sino hacerlas tuyas sin llegar a poseerlas. Les vendaría los ojos y les hablaría de la locura de los que acaparan y hacen suyo todo lo que ven. ¿De qué te iba a servir el agua del mar si la hicieras tuya? Sin viento no habría olas, ¿serías tan egoísta de someter a las olas? Si pudieras poseer el agua del mar al final solo tendrías agua salada. A veces quisiera poder expresar con claridad que escribir es una pasión congénita que nunca se domina, que los escritores que se vuelven locos acaban hundiéndose en la mediocridad y en la falta de elegancia; ¡acaban perdiendo su toque! Estoy harta de que me encasillen como 'seguidora de un movimiento sin futuro' cuando no saben que escribir es como el peor de los venenos y como la penicilina a la vez. Pierdo todos mis respetos cuando pierdo los nervios y me adentro en la tentación de los argumentos inválidos y las órdenes sin fundamento, escribir es aprender a crearte. Escribir es delicadeza. Es hacer bailar las palabras al son que necesites; dominarte en el momento en el que más salvaje eres. Escribir por escribir debería ser un delito.
Escribir no solo es juntar palabras. Todo el mundo escribe. Diariamente, en el trabajo, en la lista de la compra, en un crucigrama. Pero escribir también es cerrar los ojos y soltarte, escribir es desahogarte cuando no te quedan lágrimas que llorar o cuando simplemente no puedes dejar que te vean llorar. Escribir es plasmar sobre un folio las fuerzas que no tienes para así autoconvencerte de todo lo que eres capaz. Escribir es calmar la tormenta de tu cabeza o provocarla. A veces ambas cosas. Escribir por escribir es escribir. Pero escribir por el placer de escribir es mas que escribir.

viernes, 30 de agosto de 2013

Y peor para el sol.

Créeme que te entiendo cuando me dices que no te arrepientes de nada porque yo tampoco lo hago, y es ahí donde está precisamente la clave. No me arrepiento de haber llegado a nadar tan profundo en ti, pero tampoco de haber salido a por aire justo cuando me iba a ahogar. No vas a conseguir que olvide las risas ni todos los buenos momentos, no los cambiaría por nada, pero creo que los guionistas de nuestra peli han sido despedidos. Tú quisiste ser protagonista y yo actriz secundaria, asi que ahí tienes tu premio. No puedes llevar dos éxitos a la vez, confundirías los diálogos y todo acabaría siendo un lío; por eso me he tomado la libertad de cancelar un estreno para que puedas centrar todos tus esfuerzos en uno. De nada, supongo. Gracias, creo.

Perdón si alguna vez te he dicho palabras que te han herido o si te he dado un mal consejo. Perdón si alguna vez te he decepcionado. Perdón por quererle. Perdón por no perdonarte. Perdón por no poder perdonarte. Perdón por pensar asi de ti cuando una vez fuiste un ejemplo a seguir. Perdón por no acabar siendo tu mejor amiga y perdón por no querer serlo. Perdón por los abrazos que nunca nos daremos y perdón por las películas que no veremos. Perdón por las conversaciones indebidas por medios incorrectos; perdón por los insultos camuflados en frases elegantes y por las metáforas hirientes. Perdón por haberme elegido. Perdón por haber hecho una excepción y haberme querido más que a ti.
Perdón por no haberte pedido perdón antes.
Y perdona, pero tú no tienes que pedir perdón. Porque a lo hecho, pecho, de valentía un trecho y al olvido derecho.

martes, 27 de agosto de 2013

Diario de una cuerda.

Hoy, no recuerdo los días que llevo sin llorar. Las canciones que clasifiqué como suyas por la pereza de asignarle algún otro título han perdido su toque, y eso que no han cambiado absolutamente en nada. He perdido también un poco de miedo, por lo que también he perdio mérito. He perdido sensibilidad en el tacto por dureza al canto. Un día intenté escribir poesía y quedó en eso, un intento difuso de arte con espadas. Le he cogido gusto a lo que hace años decidí odiar a cambio de agujetas en las piernas y ampollas en los pies. Echo de menos las cuerdas de mi mejor tesoro. Una ducha fría todas las noches y estoy un poco un más viva despues de una larga cuesta arriba para estar un poco más muerta. He encontrado la satisfacción de vencer a mi Pepito Grillo puñetero que gritaba que debería parar y que mi cuerpo no aguantaría. He sonreído al mirar al cielo y dejar que las rodillas me flaqueen un poco; solo un poco. Ahora tengo miedo de volverme de piedra. Si me hago dura no podré volver a escribir, y plasmo cada palabra con el temor de que sea la última, de que maten a mi musa y de que mi Campanilla deje de existir porque los niños dejen de creer en las hadas. A estas fechas, sin lágrimas y con las ideas bastante más claras, mirar hacia adelante es una obligación. Tengo miedo de no llegar a ser eso que quiero porque sea menos de lo que creo, de meditar mirando al techo y solo ver el techo.
Porque hoy no sé cuando dejé de llorar en la ducha despues de un día duro, de conversaciones duras, y tengo miedo de haber crecido. Hoy he visto en él mi reflejo tan nítido que me he asustado y he querido huir. Y sin embargo me he quedado. La música me remueve por dentro como nunca antes lo había hecho y siento que lloro en silencio porque yo misma me he obligado a callar. Despues de todo, hoy me he mirado al espejo sin reproches y me he sentido eufóroca de ver que lo estoy logrando, que nadie lo verá nunca pero he vencido mi miedo a ser libre porque he seguido cuando estaba completamente segura de que se me iba a acabar el aire.
27 de agosto, locuras de una cuerda.

viernes, 23 de agosto de 2013

Esa noche salí a la calle y abrí los ojos para ver que todo dormía. Mis pupilas se dilataron al igual que la luna se refleja en el mar, de una manera limpia y clara. La oscuridad era una intrusa, para que engañarnos, las farolas caprichosas se empeñaban en esconder a las estrellas vergonzosas. Había un perro que ladraba sin obtener respuesta, pero ni el silencio consiguió acallar su rabia. En ese momento sentí que podría correr y que nadie me encontraría si cerraba los ojos. A lo lejos las luces de una fábrica seguían encendidas, pero todo estaba en calma porque todo dormía. Apostaría mis dedos a que habían millones de personas despiertas, pero todo dormía. Allá en lo alto del puente donde un día tuve vértigo podría haber visto el río correr y haber muerto en ese mismo instante porque hasta el agua lo hacía. Recuerdo con claridad que esa noche las luces de la ciudad se peleaban por ver cual brillaba con más elegancia, pero el equilibrio total era tan perdefecto que al final hubo un empate. Podía sentir las mentes despertando a la mañana, pero esa noche todo dormía. Nuevas ideas, nuevas metáforas, nuevas maneras de sonreir en una foto. Todo era nuevo porque todo era ancestral. Podría haber reído de la euforia del momento si no fuera porque las señoritas como yo no deben gritar. Es debido a esa sencilla ley que cerré los ojos y tomé aire con más intensidad que nunca y creí con cada parte de mi cuerpo que sería capaz de volar y grité sin que nadie me oyera. Si hubiera habido alguien allí conmigo habría podido ver una sonrisa profunda como el mar, pero a pesar de estar en medio de un veedadero gentío, esa noche estaba orgullosamente sola. Me senté en un banco y comprobé que tengo mucho que decir, y, ante la inapacidad de gritar como una loca en medio de la calle, saqué una libreta y apunté todas mis locuras; pude comprobar también que nadie las entendería mejor que yo y tomé la decisión de dedicar siempre un rato a hablar conmigo misma y a ofrecerme mi propia ayuda. Ese día comencé a entenderme. Ese día recuerdo que todo dormía porque algo grande despertó en mí y el resto del mundo se vió obligado a mantener el eterno equilibrio. Ese día empecè a escribir.Recuerdo que cuando todo empezó a despertar fuí yo la que durmió'

viernes, 16 de agosto de 2013

Ya se ha convertido en arte recordar como olvidarte

Cuando lo vivido te atormenta y corta el filo de tus expectativas solo puedes vivir con ansiedad. Ansías un futuro, una vida, una tranquilidad que te fue arrebatada por el fantasma de la peor versión de ti mismo. No puedes lanzarte a nadar en este mar que algunos incautos llaman mundo si ni siquiera sabes como flotar. Cuando estás tan ciego que no puedes ver que lo mas sencillo es lo imposible y que lo más difícil es sencillo. Déja tu mente en blanco, destensa cada músculo de tu cuerpo y deja que el mar bañe tu piel; al principio sentirás el cosquilleo del agua en tu pecho, pero después será muy reconfortante. Abre las piernas, suelta esa tensión que te atormenta y escucha bien el rumor de las olas que te balancean; ya estás flotando. ¿Fácil, eh? Pues algo tan simple puede llegar a ser imposible de hacer porque es una manera de abandonar. Es una forma de dejar que la marea te trague y te atrape en sus fauces; es renunciar a nadar. Si naciste para ser un pez lo sabrás, pero si naciste para ser un águila sentirás que nunca consigues llegar a donde deberías. No importa lo que seas, no hay tiempo para analizar los pros y los contras. Acepta que eres un pez y sé el más rápido. Acepta que eres un águila y alza el vuelo. Acepta que eres un cerdo y revuélcate en estiercol.

jueves, 15 de agosto de 2013

A thousand 'tears'

A veces hay que deshacer lo andado, no para arreglar aquello en lo que fallamos, sino para volver a equivocarnos y recordar las razones que nos hacen ser quienes hoy somos. A veces mirar atrás y respirar es la única manera de poder mirar hacia adelante sin ningún miedo.
Me ha inspirado a escribir tantas cosas que ya ni siquiera me acuerdo de cuando empezó todo; por eso esta tarde he decidido repasar todo lo relevante en mi vida para descubrir cuando empiezo a incluirlo. Ahora lo único que tengo son cien preguntas más y tres respuestas menos. Confusión en su máximo estado. El cuando ha dejado de importarme, ¿cómo empezó todo? Recuerdo que escribí lo orgullosa que estaba de haber olvidado ciertas cosas, recuerdo haber descrito aquella otra boca. El color rojo, los amaneceres y las olas. Recuerdo como plasmé la desesperación, el dolor y la sensación de saber que me estaban mintiendo. Si me concentro aún siento la rabia que sentí al pensar que se reía de mí, que me tomaba por una niñata imbecil, por otro de sus premios. Recuerdo la superación y las fuerzas, y todos los textos que eso conllevó consigo. Recuerdo los textos hablando sobre mí misma, todas mis charlas con la soledad. Recuerdo también todo lo que he escrito por mis amigas cuando me sentía impotente por no poder quitarles ese dolor que las mataba para que me matara a mi; cuando era una persona tan importante para ellas la que las hacía llorar que ni mis mejores textos conseguían eliminar por completo sus lágtimas. Recuerdo haber escrito que tenía miedo de tener miedo y no poder ser valiente, y recuerdo como escribí sobre la necesidad y la obligación de reunir fuerzas y vencer todo lo que tenía encima. Recuerdo haber escrito sobre un tango y violines; y no un tango cualquiera, EL tango. Escribí sorbre el arte de las palabras y la necesidad de escribir, sobre la música y sobre los juegos de las miradas. Recuerdo haber sacado todo lo que llevo dentro y haberlo guardado para que nadie más pudiera leerlo por miedo a que alguien llegara a conocerme realmente; recuerdo haber tenido miedo de mostrarme débil. Recuerdo haber escrito quien soy y quien quiero ser. Recuerdo hasta haber escrito sobre los recuerdoa y las promesas.
Pero a pesar de todos los recuerdos no consigo situar ese primer texto que respondería a mi pregunta. Todos mis sentimientos (por raros o retorcidos que pudieran llegar a ser) se mezclan entre palabras con más poder que la mano que las ha escrito y se camuflan entre el resto de recuerdos. Necesito encontrar el momento y ver que tuvo de diferente ese día o esa semana. Necesito ver como caí para ver si así puedo levantarme de una vez por todas.

martes, 13 de agosto de 2013

So hard to swallow

Conforme vaya pasando el tiempo él cogerá seguridad y ella llegará a sentirla tan suya que echará a patadas todos sus fantasmas. Será tan fuerte que hasta matará las mariposas que crearon su nido en su estómago porque se habrá cansado de no ser completamente la dueña de sí misma. Tan inteligente que sabe exactamente dónde nacen los mayores puntos débiles de él,y está dispuesta a atacarlos con todo su ejército; tan cruel que no le importa arrasar con todo en su camino.
Y mientras, fuera seguirá cayendo lluvia en aquel otro tejado. El constante goteo del agua no dejará dormir a aquella otra persona; más será el mejor de los consuelos cuando ese ruido sea lo único que camufle sus lágrimas. Esa otra persona que no sabe como esconder más tiempo lo que lleva dentro, que no sabe como hacer que vuelvan a acudir palomas a su ventana.
Pensamientos repetitivos y agobiantes.
"Me duele. Me duele no tener esos recursos que le harían olvidar todos sus trucos y ser todo lo que rehuye de sí".
Sabía que el tiempo no jugaba a su favor, pero hacía ya mucho que había levantado su bandera blanca para el mundo. Las noches se le echaban encima creando una avalancha a la que cada vez le costaba más sobrevivir; pero los días pasaban lentos y pesados. Sin embargo, a pesar de todas las horas interminables encerrada haciendo nada, cada vez que decidía parar el traqueteo de su vida sentía que todo pasaba sin que ella pudiera hacer nada más que luchar contra su rabia.
Y mientras tanto él se enamoraba un poco más a base de pequeñas dosis de lo que más le gustaba. Ella era perfecta en todos los sentidos, aquella otra persona no era tan tonta como para no darse cuenta. Pero el miedo no estaba en su lista de preferencias, aunque fuera un habitante ilegal muy frecuente en aquellos días.
Todos los detalles que a él le daban la vida se la quitaban a aquella otra persona.
"¿Acaso no ve que me ahogo?"
-Pues nada, nada mucho y muy rápido o te hundirás. A la hora de la verdad solo unos pocos saltarán del barco para ayudarte, y ya sabes perfectamente quienes serían-

Precursora del mes de noviembre.

Un último aplauso por los gallos que cantaron nuestros amaneceres tardíos y a la vez adelantados. Los suspiros mañaneros y los besos traicioneros; por las redes que tejimos con los dedos. Y dediquemos un último aplauso por todos los papeles que hemos interpretado, por los fáciles y por aquellos que nos han resultado un poco más complicados. Los premios que hemos ganado y los que deberían haber sido nuestros. Aplaudamos nuestros fallos, nuestras tomas falsas y todas las caídas; el día a día luchando por construir algo por lo que ser recordados.
Vimos pasar la vida y no paramos a pensar en como todo iba pasando, luchando por vivir no nos fijamos en lo que nos acabó matando. Un aplauso por los abrazos más sinceros, las tardes inmersos en los libros, las mañanas tempranas venciendo al sueño, los propósitos cumplidos y los abandonados.
Dediquemos un aplauso por el ritmo que le dimos a la vida que elegimos, a las peleas y las broncas, los eternos desacuerdos, la sensación de impotencia que aun se prolonga... Los intentos en vano de volvernos locos y el destruirnos poco a poco, esa guerra fría de la vida en compañía el uno del otro.  ¿Y por qué no? Un aplauso por las verdades camufladas que nos hemos callado a gritos. Todos esos momentos sin palabras que, si fueran capaces de hablar, contarían la más perfecta historia sobre las imperfecciones. Juntemos todos los recuerdos hasta ordenarlos en montones; y cuando el viento sople que se los lleve con él. La suavidad de tu piel, la perfecta composición de tus manos con las mías, el olor a miel y las noches con pesadillas.
Miradas perdidas.
Guiños malintencionados.
Lágrimas caídas.
Calor por cada milímetro del cuerpo.
Impaciencia disfrazada de erotismo.
Un aplauso por los infinitos intentos de evocar esa tierna infancia mientras jugábamos a ser mayores.
Mostremos la admiración por el esfuerzo realizado, por las tardes solitarias sin necesidad de hacer nada, por los momentos de nervios y de escalofríos; por las tardes heladas de agosto.
Vivimos un verano que creíamos interminable, pero a la hora de la verdad siempre fuimos conscientes de que el tiempo solo baila para uno, y nunca fuimos ni tú ni yo.
Dejamos que cayera nuestro mundo.
¿Por qué dejaste que todo se viniera abajo?
Siempre te culparé por eso.
Luchas, peleas, palabras que corrieron más que mi lengua y que salieron. Y volaron. Nunca deberían haber visto la luz pero no puedo hacerlas volver, ¿acaso no ves que se escapa de mi poder?
Discutimos sobre aquellos temas que nos alejaban, los mismos que tantas veces nos han acercado y han creado un ambiente perfecto en el que tú y yo pasábamos a ser leones que luchaban por la hembra. ¿No te das cuenta de que nuestras diferencias eran las mejores? Las ocasiones en las que perdí lo reconocí. Los momentos en que gané y te vencí. Siempre supimos dejarlo a un lado, hasta que los debates no fueron más que excusas para desatar la tormenta que llevábamos dentro. El mar de mis comparaciones y el desierto de tus emociones nunca se llevaron bien. El agua y la arena mezclan mal en los tsunamis, y nosotros creamos el peor de los desastres, pero lo creamos en nuestro interior. Todo fue en parte nuestra culpa; yo dejé subir la marea y tú dejaste que el aire creara dunas.
Pero como en todos los desastres, después tuvimos esa merecida calma que tanto ansiábamos. No podría explicar como lo hicimos, pero cuando todo pasó estábamos más lejos incluso que cuando discutíamos. Por eso aplaudamos una última vez por todo lo que dijimos, lo que callamos y lo que explotó. Aplaudamos lo que pasó; pero aplaudamos con la misma fuerza con la que queríamos coger la luna para bailar con ella, con las mismas ganas con las que gritábamos que era la más bella entre las musas. Un último aplauso por todas esas páginas impregnadas por la tinta de un viejo boli sin trabajo que acudió a nuestras manos a la desesperada sin saber que escribiría la mejor historia jamás contada.

viernes, 9 de agosto de 2013

This is how you remind me.

Sin ningún atisbo de delicadeza, puedes verle retorcerse entre las sábanas hasta crear una contorsión con su cuerpo con la única finalidad de estirar todos los músculos que lo forman. Músculos bien cuidados y entrenados, no por ello exageradamente desarrollados. Cuando estire los brazos y se abra en toda su grandeza sentirás la seguridad que transmite sin estar aun despierto; será cuestión de tiempo que sientas su poder cuando abra los ojos. Si tienes el placer de poder contemplar la inmensidad de tu espalda sabrás que puedes perderte en ella, y que morirías contando cada punto en el que podrías acariciarle y hacerle estremecer de placer. Sus piernas se te harán eternas, y ni dedicando toda tu vida a pensarlo podrías imaginar todo lo que esas dos pequeñas han recorrido, todo el peso que han cargado y las veces que le han pedido a gritos al resto de su ser que parara. Pero él nunca lo ha hecho, nunca ha cedido a la debilidad de no poder más; iría en contra de todos sus principios. Quedarías completamente hipnotizada si dedicaras más de un minuto a analizar esa cara de ángel que luce mientras descansa; irónico teniendo en cuenta que domina las armas más peligrosas jamás inventadas, las palabras. Sus ojos desvelan lo que es en verdad, fuego puro y caliente, mas estarás perdida si los posa en ti; por eso admíralos cuanto quieras ahora que están cerrados. El porte de sus labios, rígidos y elegantes a la vez que relajados, esos labios por los cuales estarías dispuesta a olvidar todo lo que sabes. No intentes contener los escalofríos, una vez que le hayas visto su imagen te perseguirá hasta en sueños.

Crónicas de madurez

Te diré una cosa que llevo tiempo queriendo expresar. Puede que te parezca una tontería, pero necesito que me escuches bien, necesito que entiendas que te entiendo, que necesito entenderte. Pequeño, dame unos minutos para contarte lo que he aprendido en estos casi 17 inviernos, con sus días y sus noches, sus veranos, sus primaveras y sus otoños.
Lo primero que debes saber es que la vida no es como nos la pintaron mamá y papá; no va a ser la fiesta que esperas, pero mientras estés vivo deberías bailar.
Antes de seguir, me gustaría que pensaras qué quieres ser y en quien te quieres convertir. No te preocupes si sientes que la pregunta te viene grande, me asustaría que ya tuvieras la seguridad necesaria para responderme ya que eso supondría que has madurado. Esto es algo para lo que debes estar preparado, a lo largo de tu vida te plantearás (y te plantearán) miles de preguntas para las cuales no tengas respuesta o no estés preparado para responder; no te agobies, no eres menos inteligente por eso. Simplemente medítalas, guárdalas en un lugar seguro y cuando estés preparado para responderlas, tú mismo lo sabrás. Esas respuestas y tu manera de afrontarlas serán las que te lleven a ser quien realmente serás, así que intenta no precipitarte.
Te encontrarás con personas que intentarán confundirte y querrán verte caer, pero tranquilo, también llegarán otras muchas a las que llegarás a conocer incluso mejor que a ti mismo, es a su brazo al que tendrás que sujetarte cuando sientas que no puedes más; porque aunque no lo creas, ese día llegará.
No intentes comprender a las personas; créeme, te hablarán de las mujeres y de los hombres como grupos catalogados, pero no puedes olvidar que al final no dejan de ser personas. En este camino chocarás con almas vengativas, rencorosas, pasionales, enamoradizas, frías, interesadas, insensibles, románticas e incluso cuerdas, pero no caigas en la mediocridad de los tópicos.
Siembra y doma tu carácter y cual labrador profesional recogerás una cosecha de la que poder sobrevivir. Pequeño, recuerda que mamá no te obligará a vivir un futuro con el que no seas feliz (igual que a mí no me ha obligado a estudiar medicina, a pesar de que ese fuera su sueño) pero tendrás que aprender a convivir con sus barreras y sus reproches. Habrán millones de broncas, y después de una mala vendrá otra peor tras la que creerás que la odias, pero no es así. Ella nunca se cansará de abrazarte ni de decirte que te quiere, al igual que nunca dejará de repetirte y recitarte todos tus errores. Así es mamá, sus manías y sus obsesiones te agobiarán, pero tanto tú como yo llegamos tarde para cambiarla. Sé paciente y ten respeto, lo mejor que podrás hacer jamás para que se sienta orgullosa de ti será demostrarle que se equivoca; y yo sé que tú lo harás.
Mientras tanto caerás, también tengo que decírtelo. Caerás tan hondo que no verás la manera de levantarte. En esos momentos nunca te diré como salir. Siempre tendrás mi voz gritándote desde lo más alto que tu hermana sabe que tú puedes, pero la satisfacción y la confianza en ti serán mayores si encuentras la salida por tus propios medios. Solo así conseguirás ser fuerte al final. Sin embargo, los ratos que pases en la oscuridad serán amargos como el café solo que ya probarás cuando tengas que luchar contra tu cuerpo. Esas veces te sentirás tan débil que querrás abandonar, pero siempre tendrás algo por lo que luchar: algo por lo que secarte las lágrimas, mirar al cielo y sonreir gastando bromas hasta quedarte sin recursos. Siempre habrán personas a tu alrededor cuyas lágrimas te quemen más que las tuyas propias, personas cuya felicidad antepondrás a la tuya. Tú has sido para mí esa persona en muchas ocasiones. Tú has sido mi única razón para seguir en pie y luchar contra todo lo que me echen. Aprenderás que llorar no es de cobardes (al contrario de lo que te diría el abuelo), y solo cuando lo entiendas podrás librarte de la carga que es la vida a veces.
Podrás deshacerte de todo, cambiar de país, de amigos, de trabajo, formar tu propia familia y hasta cambiar de sexo y de nombre, pero si hay algo con lo que siempre tendrás que cargar eso es tu conciencia.  Tus actos, tus decisiones y hasta tus deseos más oscuros te perseguirán siempre. Por eso, si algo puedo aconsejarte es que elijas bien tus compañeros de viaje, pues nunca, nunca te van a abandonar. Tu conciencia será la que te felicite en silencio, la que no te deje dormir por las noches y esa vocecita que te dice que deberías hacer más ejercicio cuando te enfrentes a ese duro enemigo que es el espejo. Nadie te herirá más que él porque será el único que te dirá toda la verdad sobre ti mismo. Toda. Porque lo que veas cuando te enfrentes a él será lo que eres de verdad. Quiero que recuerdes que en esos momentos de baja autoestima siempre podrás acudir a mí. Prometo no mentirte ni dorarte la píldora, pero también prometo ayudarte a ver lo bueno que hay en ti (a menudo eclipsado por los defectos) y a corregir lo malo.
Enano, pasará el tiempo y dejarás de querer buscar y perfeccionar tus virtudes porque verás lo mejor de otra persona. Sentirás la pasión a flor de piel y la sonrisa como un tatuaje imposible de quitar cada vez que le mires. No importa si hombre o mujer, el alma de la que te enamores te parecerá perfecta. Sentirás también la fría daga de los celos, pero estarás perdido si dejas que se clave en ti hasta matarte. No puedo hablarte de amor porque es una ciencia incierta y confusa, pero puedo asegurarte que cuando ames, lo harás con todo tu ser; mientras, continúa tocando tu guitarra con la misma pasión con la que lo haces ahora hasta que esa pasión decida cambiar de finalidad.
La música, ¿qué te voy a decir de la música? Sé que tú me entenderás mejor que nadie cuando te diga que tocando experimentarás, a lo largo del tiempo, sensaciones imposibles de describir con palabras. Soñarás con ella y será esa mano cálida que te arrope cuando lo único que quieras sea estar solo. Encontrarás tu estilo y no podrás vivir sin ella; créeme cuando et digo que las cuerdas de esa vieja guitarra tuya acabarán siendo parte de tu cuerpo y aprenderás a tocarlas con la misma suavidad con la que quieres ser acariciado.

Pequeño, hay tantas cosas que me gustaría contarte y enseñarte que a veces te cogería de la mano y te llevaría conmigo donde nadie pudiera encontrarnos. Otras desearía ni verte; pero al final lo único importante es que tu "querida" hermana mayor estaría dispuesta a saltar desde donde fuera para que tú saltaras despues y no te hicieras tanto daño.
Hay tanto con loq ue me gustaría ayudarte que he aprendido que lo mejor es dejar que lo experimentes sin mi ayuda.
Y aunque vengan nubes negras y llueva, siempre podremos mojarnos juntos, no importa el tiempo que pase.