.

.

martes, 27 de agosto de 2013

Diario de una cuerda.

Hoy, no recuerdo los días que llevo sin llorar. Las canciones que clasifiqué como suyas por la pereza de asignarle algún otro título han perdido su toque, y eso que no han cambiado absolutamente en nada. He perdido también un poco de miedo, por lo que también he perdio mérito. He perdido sensibilidad en el tacto por dureza al canto. Un día intenté escribir poesía y quedó en eso, un intento difuso de arte con espadas. Le he cogido gusto a lo que hace años decidí odiar a cambio de agujetas en las piernas y ampollas en los pies. Echo de menos las cuerdas de mi mejor tesoro. Una ducha fría todas las noches y estoy un poco un más viva despues de una larga cuesta arriba para estar un poco más muerta. He encontrado la satisfacción de vencer a mi Pepito Grillo puñetero que gritaba que debería parar y que mi cuerpo no aguantaría. He sonreído al mirar al cielo y dejar que las rodillas me flaqueen un poco; solo un poco. Ahora tengo miedo de volverme de piedra. Si me hago dura no podré volver a escribir, y plasmo cada palabra con el temor de que sea la última, de que maten a mi musa y de que mi Campanilla deje de existir porque los niños dejen de creer en las hadas. A estas fechas, sin lágrimas y con las ideas bastante más claras, mirar hacia adelante es una obligación. Tengo miedo de no llegar a ser eso que quiero porque sea menos de lo que creo, de meditar mirando al techo y solo ver el techo.
Porque hoy no sé cuando dejé de llorar en la ducha despues de un día duro, de conversaciones duras, y tengo miedo de haber crecido. Hoy he visto en él mi reflejo tan nítido que me he asustado y he querido huir. Y sin embargo me he quedado. La música me remueve por dentro como nunca antes lo había hecho y siento que lloro en silencio porque yo misma me he obligado a callar. Despues de todo, hoy me he mirado al espejo sin reproches y me he sentido eufóroca de ver que lo estoy logrando, que nadie lo verá nunca pero he vencido mi miedo a ser libre porque he seguido cuando estaba completamente segura de que se me iba a acabar el aire.
27 de agosto, locuras de una cuerda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario