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viernes, 9 de agosto de 2013

Crónicas de madurez

Te diré una cosa que llevo tiempo queriendo expresar. Puede que te parezca una tontería, pero necesito que me escuches bien, necesito que entiendas que te entiendo, que necesito entenderte. Pequeño, dame unos minutos para contarte lo que he aprendido en estos casi 17 inviernos, con sus días y sus noches, sus veranos, sus primaveras y sus otoños.
Lo primero que debes saber es que la vida no es como nos la pintaron mamá y papá; no va a ser la fiesta que esperas, pero mientras estés vivo deberías bailar.
Antes de seguir, me gustaría que pensaras qué quieres ser y en quien te quieres convertir. No te preocupes si sientes que la pregunta te viene grande, me asustaría que ya tuvieras la seguridad necesaria para responderme ya que eso supondría que has madurado. Esto es algo para lo que debes estar preparado, a lo largo de tu vida te plantearás (y te plantearán) miles de preguntas para las cuales no tengas respuesta o no estés preparado para responder; no te agobies, no eres menos inteligente por eso. Simplemente medítalas, guárdalas en un lugar seguro y cuando estés preparado para responderlas, tú mismo lo sabrás. Esas respuestas y tu manera de afrontarlas serán las que te lleven a ser quien realmente serás, así que intenta no precipitarte.
Te encontrarás con personas que intentarán confundirte y querrán verte caer, pero tranquilo, también llegarán otras muchas a las que llegarás a conocer incluso mejor que a ti mismo, es a su brazo al que tendrás que sujetarte cuando sientas que no puedes más; porque aunque no lo creas, ese día llegará.
No intentes comprender a las personas; créeme, te hablarán de las mujeres y de los hombres como grupos catalogados, pero no puedes olvidar que al final no dejan de ser personas. En este camino chocarás con almas vengativas, rencorosas, pasionales, enamoradizas, frías, interesadas, insensibles, románticas e incluso cuerdas, pero no caigas en la mediocridad de los tópicos.
Siembra y doma tu carácter y cual labrador profesional recogerás una cosecha de la que poder sobrevivir. Pequeño, recuerda que mamá no te obligará a vivir un futuro con el que no seas feliz (igual que a mí no me ha obligado a estudiar medicina, a pesar de que ese fuera su sueño) pero tendrás que aprender a convivir con sus barreras y sus reproches. Habrán millones de broncas, y después de una mala vendrá otra peor tras la que creerás que la odias, pero no es así. Ella nunca se cansará de abrazarte ni de decirte que te quiere, al igual que nunca dejará de repetirte y recitarte todos tus errores. Así es mamá, sus manías y sus obsesiones te agobiarán, pero tanto tú como yo llegamos tarde para cambiarla. Sé paciente y ten respeto, lo mejor que podrás hacer jamás para que se sienta orgullosa de ti será demostrarle que se equivoca; y yo sé que tú lo harás.
Mientras tanto caerás, también tengo que decírtelo. Caerás tan hondo que no verás la manera de levantarte. En esos momentos nunca te diré como salir. Siempre tendrás mi voz gritándote desde lo más alto que tu hermana sabe que tú puedes, pero la satisfacción y la confianza en ti serán mayores si encuentras la salida por tus propios medios. Solo así conseguirás ser fuerte al final. Sin embargo, los ratos que pases en la oscuridad serán amargos como el café solo que ya probarás cuando tengas que luchar contra tu cuerpo. Esas veces te sentirás tan débil que querrás abandonar, pero siempre tendrás algo por lo que luchar: algo por lo que secarte las lágrimas, mirar al cielo y sonreir gastando bromas hasta quedarte sin recursos. Siempre habrán personas a tu alrededor cuyas lágrimas te quemen más que las tuyas propias, personas cuya felicidad antepondrás a la tuya. Tú has sido para mí esa persona en muchas ocasiones. Tú has sido mi única razón para seguir en pie y luchar contra todo lo que me echen. Aprenderás que llorar no es de cobardes (al contrario de lo que te diría el abuelo), y solo cuando lo entiendas podrás librarte de la carga que es la vida a veces.
Podrás deshacerte de todo, cambiar de país, de amigos, de trabajo, formar tu propia familia y hasta cambiar de sexo y de nombre, pero si hay algo con lo que siempre tendrás que cargar eso es tu conciencia.  Tus actos, tus decisiones y hasta tus deseos más oscuros te perseguirán siempre. Por eso, si algo puedo aconsejarte es que elijas bien tus compañeros de viaje, pues nunca, nunca te van a abandonar. Tu conciencia será la que te felicite en silencio, la que no te deje dormir por las noches y esa vocecita que te dice que deberías hacer más ejercicio cuando te enfrentes a ese duro enemigo que es el espejo. Nadie te herirá más que él porque será el único que te dirá toda la verdad sobre ti mismo. Toda. Porque lo que veas cuando te enfrentes a él será lo que eres de verdad. Quiero que recuerdes que en esos momentos de baja autoestima siempre podrás acudir a mí. Prometo no mentirte ni dorarte la píldora, pero también prometo ayudarte a ver lo bueno que hay en ti (a menudo eclipsado por los defectos) y a corregir lo malo.
Enano, pasará el tiempo y dejarás de querer buscar y perfeccionar tus virtudes porque verás lo mejor de otra persona. Sentirás la pasión a flor de piel y la sonrisa como un tatuaje imposible de quitar cada vez que le mires. No importa si hombre o mujer, el alma de la que te enamores te parecerá perfecta. Sentirás también la fría daga de los celos, pero estarás perdido si dejas que se clave en ti hasta matarte. No puedo hablarte de amor porque es una ciencia incierta y confusa, pero puedo asegurarte que cuando ames, lo harás con todo tu ser; mientras, continúa tocando tu guitarra con la misma pasión con la que lo haces ahora hasta que esa pasión decida cambiar de finalidad.
La música, ¿qué te voy a decir de la música? Sé que tú me entenderás mejor que nadie cuando te diga que tocando experimentarás, a lo largo del tiempo, sensaciones imposibles de describir con palabras. Soñarás con ella y será esa mano cálida que te arrope cuando lo único que quieras sea estar solo. Encontrarás tu estilo y no podrás vivir sin ella; créeme cuando et digo que las cuerdas de esa vieja guitarra tuya acabarán siendo parte de tu cuerpo y aprenderás a tocarlas con la misma suavidad con la que quieres ser acariciado.

Pequeño, hay tantas cosas que me gustaría contarte y enseñarte que a veces te cogería de la mano y te llevaría conmigo donde nadie pudiera encontrarnos. Otras desearía ni verte; pero al final lo único importante es que tu "querida" hermana mayor estaría dispuesta a saltar desde donde fuera para que tú saltaras despues y no te hicieras tanto daño.
Hay tanto con loq ue me gustaría ayudarte que he aprendido que lo mejor es dejar que lo experimentes sin mi ayuda.
Y aunque vengan nubes negras y llueva, siempre podremos mojarnos juntos, no importa el tiempo que pase.

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