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jueves, 24 de diciembre de 2015

No llego a imaginar cuáles serán tus islas.
Diría que una de ellas es la honradez.
Me gustaría pensar que otra soy yo.
Y sé que puedo decir que otra es el sacrificio.

Te debo las memorias, todas mis crónicas de madurez que maquillan que en el fondo no sé nada, no tengo nada que enseñarte; y poco queda que puedas aprender de mi. No me tengas nunca como un espejo, tú eres la mejor versión de mí que hay en todo aquello en lo que pudieras querer seguirme.

¿Sabes? En cierta medida escribo para ti. No pretendo darte ninguna lección, pero soy tu mayor fan en la vida y necesito sentir que algún día podrás entenderme.
Al infierno las medidas, yo escribo para ti.
Yp creo para ti, y creo en ti.
Creo en ti, en todos tus fantasmas y creo en todo lo que quieres ser. Creo en mirarte desde abajo y protegerte aunque llegues a ser más grande que yo.
Creo en tu corazón y en tu pecho aún pequeño, y creo en todo todo todo lo que imaginas y compartes.

Por encima de todo y de todos, yo estoy orgullosa de ti. Mírate, eres tandiferente a todos que me cuesta buscar lo que nos une.
Te debo esfuerzos, y me gustaría contarte que, a pesar de todo, algún día podrás mirar atrás. No habrá tópicos que valgan, pero cuando recuerdes y hurgues en lo viejo, pásame como las páginas de los libros que finges leer para que mamá te deje tranquilo.

martes, 8 de diciembre de 2015

Me lo debes

Son cosas que me debes solo a mí, pero me las debes al fin y al cabo.
Me debes tardes cortas, noches largas y amaneceres bonitos, y me debes esa paz que tantas veces te he cedido. Me debes ese aura que emanas de forma natural.
Me debes más abrazos de los que me vas a poder dar nunca -tu natursleza te lo impide- y me debes más caricias de las que tus falanges te permiten en libertad de movimiento, y se quedan en el aire. Hablando de aire , me debes más respiraciones cargadas de gases irrespirables, me debes alvéolos contaminados y partículas que tengan que ser barrridas oor cilios, me debes vivir intensamente. Me debes más besos de los que me has dado, me debes en especial ese que se esconde en tu comisura derecha cuando sonríes y se que he hecho algo bien; y me debes más verdad que realidad. Sinceridad, me debes dolor y me debes tanto que nunca saldremos de esta deuda.
Me debes tiempo, tiempo para mí y ser yo como soy contigo, y me debes dejar que te mire de reojo sin que te des cuenta más a menudo, porque en esa cara de concentración se esconden más secretos que en la ciencia. Me debes un vistazo, dejar que te mire como miro al microscopio, y me debes más detalles que los que tienen tus pupilas en su límite con el iris. Me debes todos esos tonos y me debes la nubleza de la mirada taciturna que adoptas.
Me debes ser tú, y ser yo, y me debes un plural eterno que lleva demasiado tiempo en formación y en acción. Me debes la causa, y me debes el efecto. Me debes más letras de las que jamás me vas a escribir, me debes más de las que incluso yo te voy a dedicar, pero nos debemos ritmo, y nos debemos complicidad.
Nos debemos la música que somos cuando lo hacemos bien. Porque cusndo lo hacemos bien, joder qué bien lo hacemos.

lunes, 7 de diciembre de 2015

El fundamento es que te entiendo.
Porque me he agarrado a un clavo ardiendo y mirando al cielo con mirada de niña me he resguardado en lo de "dios, yo no creo en ti, pero...", y he pecado y he negado. Y he vivido más tiempo con la cabeza alta de lo que imaginas -para no dejar caer las lágrimas, para dejar nacer y morir esos parpadeos eternos-. Mirando cuesta arriba he clavado mi bandera y he gritado "aquí me quedo, ¡AQUÍ ME QUEDO!", para después elevar la cabeza y estirar el cuello solo buscando oír un poquito de ánimo aunque fuera en el crujir de mi columna. Y he subido. Y he llegado.