.

.

lunes, 7 de diciembre de 2015

El fundamento es que te entiendo.
Porque me he agarrado a un clavo ardiendo y mirando al cielo con mirada de niña me he resguardado en lo de "dios, yo no creo en ti, pero...", y he pecado y he negado. Y he vivido más tiempo con la cabeza alta de lo que imaginas -para no dejar caer las lágrimas, para dejar nacer y morir esos parpadeos eternos-. Mirando cuesta arriba he clavado mi bandera y he gritado "aquí me quedo, ¡AQUÍ ME QUEDO!", para después elevar la cabeza y estirar el cuello solo buscando oír un poquito de ánimo aunque fuera en el crujir de mi columna. Y he subido. Y he llegado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario