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sábado, 21 de noviembre de 2015

Y decirte que no necesito palabras bonitas. Aunque puede que las agradezca, no las quiero, ni las necesito; no me sirven. Decir que no me hace falta llenar este vacío, que ya me he acostumbrado y ahora lo uso como armario; si antes ya era oscuro, ahora no te cuento.
Pero no necesito tu ayuda, ni la del resto del mundo que se cree con derecho a decidir en qué nivel estoy y catalogar lo que necesito; porque si no saben por qué empezó el abismo, no tienen derecho al fuego.
Supongo que aquella mañana apareciste con ganas de arder.
Esta vez nadie puede hablar -ni puede hacerme hablar- porque me he vuelto hermética, y nunca más sabréis de mí.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Me aparto porque tengo que hacerlo, por deber y no placer.
Me aparto porque, poniendo la verdad por delante, no puedo aguantarlo.
Me aoarto porque sé lo que siento, pero no sé cómo.
Me apartó porque creo que me acabarás matando.

Al jugar entre gigantes nunca creí que me pudieran pisar, y el sueño de jugar a ser mayor estaba bien. Sin embargo, aquí tirada en mi meseta y habiendo encontrado todos esos puntos suspensivos que perdí en forma de cardinales , estoy mejor.

Intentaré repetir

Me apartó porque no sé cuánto tiempo podría aguantar en ese surco sin romper.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Y decirle a tu loca cabeza, con la que tantas guerras he tenido,  con la que tantas veces me he querido matar ; y decirle a tus manos, que tanto daño me han hecho con abrazos, que tantas veces me han enganchado del cuello para ahogarme, que tantas veces me han empujado a volar ; y decirle a esas piernas detrás de las que tantas veces he corrido, esas piernas a las que tantas veces me he agarrado a suplicar; y decirte a ti, que tanto daño y tanto bueno me has hecho, que de algo hay que morir.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Me gustaría que simplemente cerraras los ojos y escucharas lo que te tengo que decir. Sea mucho o sea poco, que dejaras a la subjetividad volar y solo juzgaras la duración , y nada más; sin ir más allá que el eco de lo que pudiera o pudiese contarte y lo que todo eso podría calar. Que dejaras que todo tu mundo se balanceara y supieras mantener el equilibrio, porque cuando el mío se viene abajo, me gustaría que cerraras los ojos y escucharas.
Ahí no te pediría la opinión que tanto odias darme, solo necesitaría que me escuchases y te dejaras envolver por el aire bohemio al que huele la desesperación. Y es que al fin y al cabo los ideales son humo, y cuando no nos queden ni cenizas querrás prender, prender a base de llamas imaginarias todo otra vez; pero no nos quedará carbón, ni hogazas ni paja.