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lunes, 10 de noviembre de 2014

No me gusta la gente que no es de verdad, no me gustan los falsos ni las personas que viven sin ser ellos. No me gusta la gente que canta en los bares para que le miren, ni la que se encierra en un baño para que la rescaten. Me gustan las personas que cantan en los bares porque sí, y las parejas que se encierran en los baños para hacer cosas malas. No me gustan los que presumen de amor (que al final son los que menos tienen); me gustan más los que lo sienten en silencio y calladitos, dejando escapar en sonrisas lo que el pecho ya no aguanta. No me gustan las mujeres que gritan porque necesitan miles de ojos puestos en ellas, ni las que cambian los jueves por un sábado. No me gustan porque prefiero ser de las que pasan desapercibidas y viven en domingo cada día. No me gustan aquellos que no saben ir de cara o se esconden en los fundamentos porque no me gustan las metáforas. Bueno, las metáforas me encantan, los que no me gustan son ellos y no volveré a compararlos con algo tan bonito. No me gustan los que quieren ver amanecer con alguien, me gustan los que quieren ver amanecer a secas. O en mojado. O como sea. Pero no me gustan las medias tintas, ni esas personas que van de "locas del coño"; somos gatos en tejados, no panteras en la jungla. Como dijo el rey Sabina, somos peces de ciudad, ceñios a vuestro papel; o ser rebeldes, a mi eso no me importa. Yo lo que quiero es que seáis de verdad porque no me gusta la gente madre in china; y no tengo nada en contra de los chinos.

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