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jueves, 14 de enero de 2016

Un día te voy a escribir, a secas, y ese día me van a faltar letras, abecedarios e idiomas para poder escribirte bien. Ese día no va a haber poeta que me haga competencia, porque cuando decida escribirte no habrá técnica o lírica que valga, solo instinto -animal-.
Un día voy a sacar todo el fuego y todas las piedras que he ido observando y recogiendo y las voy a transformar en sonidos inaudibles, incomprensibles y lentos, y sonarán solo en mis labios, solo entre mis dedos. Ese día escribiré que el mundo había estado incompleto hasta el momento en que decidí escribirte.
Un día me armaré de paciencia y te explicaré que escribirte no es escribir para ti, que es escribir sobre ti, y eso debería considerarse un delito. Por eso dile a tu cabeza, corazón, que cierre toda neurona sensitiva, y dame la espalda, porque no quiero juicios no tribunales, y porque escribirte es la tentación.
Un día voy a escribirte y voy a escribirme para que entiendas y comprendas, y no te preguntes el qué.
Algún día me voy a sentar y voy a gritar y voy a dejar que todo lo que llevo dentro salga y baile en torno a ti y te observe u se amolde a tu forma, y solo entonces retorne a mí como hacen las musas cuando llega el frío, y me aten hilos a las muñecas y las hagan crear.
Nacer.
Existir.
Y las hagan moverse a un son autómata, libre de culpa.

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