.

.

jueves, 30 de julio de 2015

Por una vez no comprimirlo, no resumirlo, no acortarlo.
Por una vez sentirlo, amplificarlo, magnificarlo, extenderlo, y decirlo de verdad. Por una vez transparente.
Por una vez no mentir, no exagerarlo, no adelantarlo (ni retrasarlo), no dejar que sea falso. 
Por una vez dejar que nos llene y nos inunde la boca. Permitir que llegue a su ritmo verdadero y que nos queme con su intensidad. 
Por una vez necesitarlo, pero por una vez saber esperarlo. Por una sola vez entender que comprimir el fuego es obtener hielo, y siempre preferimos el calor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario