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domingo, 12 de julio de 2015

Crónicas de madurez IV

A lo largo de los años que vivimos y que viviremos habrá momentos en los que abandones, y está bien, no hay nada malo en dejar algo a medias si sientes que no puedes acabarlo. No has de confundir nunca poder con creer, la realidad es dura, pero tus pensamientos pueden llegar a ser mas duros; en caso de que no lo sean, está bien que cambies de objetivos. Mira siempre en aquella dirección que te haga caminar, no importa si hacia delante y madurar o hacia atrás y ser pequeño; el ritmo es vida. 
Sé sincero, siempre.
Contigo, conmigo, con el resto del mundo. Sé sincero y ve de frente, porque ocultando las verdades no conseguirás ocultar su naturaleza. 
No tengas miedo a hablar, nunca, querría decirte directamente que confiar no es ningún error, y que encontrarás la amistad perfecta que sepa escucharte, sin presionarte, que esté disponible cuando veas que, efectivamente, todo esta torcido, y cuando digas que no puedes mas y abandones. Encuentra el equilibrio, por encima de todo, encuentra el equilibrio y confía, porque confesar lo que te quema en el pecho es una bendición con poros, y supura cada lagrima que eches haciendo que todo queme menos, y el vapor es asfixiante. Más que nada, busca con ímpetu.

Quiérete. Siempre voy a estar dispuesta a contarte como no debes hacer las cosas, a plantearte soluciones y no reproches; a explicarte que si algún día te odias tanto que evitas los espejos, solo hay una manera de encontrarte, y es sudar, sudar el desprecio y depurarte,. Hasta que cambies todo aquello que no te guste. Quiérete de todas las maneras posibles y sé como tú quieras ser. Te debo una crónica sobre ese tema, te prometo que algún día, cuando pueda sacar fuerza de todo, la tendrás.

Te hablaré de lo incondicional, te hablaré de las palabras, y te hablaré de tantas cosas que sentirás que no se han inventado suficientes números romanos.

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