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jueves, 16 de julio de 2015

La incongruencia de hablar con los labios.

Al besar demostramos que somos capaces de sentir, y hablamos sin necesidad de mirarnos, sin sonido vocal alguno y con una intimidad que otra persona no podría entender aparte de las implicadas.
Con el roce piel con piel se pide en silencio la separación mínima, la inexistente, un espacio dividido que pasa a formarse y desaparecer; la poesía del cariño. Ese beso es el aprecio, el respeto.
Al besar más cerca del peligro se abre la pasión. Los ilusos creen que la pasión es solo pasional, sin ver que la pasión no nace en nuestros pechos, sino que nace en nuestra cabeza y llega hasta la punta de los dedos, vuelve y rebota, y exhala como puede. La pasión también es cariño, polisemia en su máximo esplendor; porque la pasión no siempre implica lívido. 
Y el peligro; ¿qué peligro? El peligro esta en los ojos del que mira, y muere en las manos del que lo enfrenta. No existe peligro si la idea es clara, por eso es mejor hundirse en ella y conocer, conocerlo todo. Un beso es los labios puede ser un secreto. Un "te quiero tanto que las manos no me bastan". Un beso en los labios puede ser una simple muestra, una promesa de disponibilidad y de aprecio, la paradoja de quien quiere sin amar, porque amar solo aman los enamorados. Un beso en los labios también puede ser pasional y acabar muriendo donde se esconde la locura que habita en todos nosotros, porque un beso en los labios es intimidad, y la cercanía no entiende la naturaleza de los sentimientos.

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