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viernes, 5 de abril de 2013

Peor que la heroína, mejor que el chocolate.

Y cuando te das cuenta, es más que una afición. Es lo primero que oyes cuando escuchas una canción. Nada de guitarra, lo primero que captas es el ritmo. Oyes los golpes de batería y el sonido del bajo. Los sonidos de ultratumba que puede producir. Es más que una afición. Es la calma fluyendo por tus dedos cada vez que acaricias una cuerda. La rabia, cada vez que tocas. La ganas de más, la impotencia ante un acorde que te parece imposible. Es el sudor, el esfuerzo, el tiempo dedicado. Es la tranquilidad que proporciona tener un bajo entre los brazos. Sentir que es el instrumento más perfecto jamás creado. Capaz de dar consistencia a una canción. Un único ritmo, infinitas posibilidades de más. Un mundo abierto a la mente.
NUNCA ES SUFICIENTE. Siempre vas a querer más. Una hora, un día entero, un año, dos, tres, cuatro, un siglo. Todo es poco. Nunca verás el momento de decir "ya está". Las ganas de tocar siempre te van a poder. Por encima de todo, será como una droga. Sentirás los dedos cansados, las yemas doloridas y con callos, la muñeca resentida de estar tanto tiempo en la misma posición y el antebrazo de la otra mano cansado. Sentirás el pulgar más fuerte que nunca, por usarlo como punto de apoyo. Sentirás dolor, cansancio; pero sobretodo sentirás que coger un bajo es lo mejor que nunca has hecho en tu vida.

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