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lunes, 15 de agosto de 2011

Dicen que la imitación es el primer signo de la admiración.

La gente imita, la gente admira.
Tan opuestos, tan diferentes. Eran distintos, al primero le encantaba la música, el segundo solo la escuchaba cuando se aburría. El primero vivía por y para perseguir sus sueños, mientras que el segundo consultaba a su madre hasta la ropa que se ponía. El primero era siempre la diana de todas las broncas, la mente incomprendida, la persona que lloraba por todo, la que nunca logró encajar; mientras que el segundo era fuerte, siempre rodeado de piropos. El primero nunca recibió un alago, se le daba bien estudiar, más nunca reconocieron su esfuerzo; a su vez el segundo aprobaba por los pelos, siendo asi recompensado por sus logros. El primero se esforzaba por hacer bien las cosas, mientras que el segundo lo hacía casi sin darse cuenta. El primero detestaba limpiar, y al segundo le encantaba. El segundo siempre fue muy cariñoso, y el primero siempre necesitó su espacio. El primero odiaba que no lo dejaran llorar tranquilo, y a menudo tenía que ponerse cojines en la cara para que no lo oyeran, y el segundo sin embargo adoraba llamar la atención. El primero nunca derramó una lágrima fingida y se tragó mil y un llantos; el segundo lloraba al menor golpe. El primero ansiaba libertad, deseaba crecer y largarse, buscar su sitio; Y el segundo presumía de su amor por su casa. Nunca el primero tuvo caprichos, sacrificándose a menudo para que el segundo sonriera. El primero siempre tuvo mucha imaginación, adoraba escribir y siempre soñó con tocar el Bajo y la batería; Y el segundo...Bueno, el segundo detestaba escribir y tocaba la guitarra. El primero devoraba los libros, podía leer en un par de días cualquier libro que le gustara, sin importarle cuantas páginas tuviera, mientras que el segundo nunca había leído un libro entero que no tuviera más de 40 páginas. El primero soñaba con redecorar su habitación, con varios planos en mente, con sus colores llamativos, grandes banderas de Inglaterra, paredes forradas de fotos de amigos, posters de grupos, Bajos y Baterías que le gustaran... El segundo solo necesitaba su album de fútbol. El primero a menudo notaba que sobraba, que en su "hogar" estaban mejor sin él y que, a pesar de haber nacido antes, nunca le habían querido tanto como a el segundo.
Solo se llevaban 6 años, a pesar de que trataban al primero como un niño, esperando que actuara como un adulta; mientras trataban al segundo con las condiciones de un adulto, perdonando sus acciones de niño. Nunca exigieron nada al segundo, dejando a menudo al primero con cargo de conciencia por no darse cuenta de las cosas. Nadie supo nunca las noches que el primero pasaba pensando como hacer que el día siguiente nadie se enfadara con él, pensando como actuar para tener a todo el mundo contento, dejando siempre a un lado sus deseos. Nadie supo nunca la verdadera personalidad del primero, ni sus aspiraciones, ni sus sueños, ni cómo era su vida. Nadie se imaginó en que punto psicológico se encontraba. Tampoco nadie supo la manera de pensar del segundo, pero era simple, que esa mentalidad era sencilla era una de las pocas cosas que el primero tenía claro. Solo eran 6 años los que se llevaban, y a pesar de todas las discusiones, nunca sabría el segundo lo que el primero le quería.
Y ahora dime, ¿por qué si tan diferentes son, el segundo ansiaba tanto imitar al primero? Adoptando sus gustos musicales, aprendiendo sus canciones favoritas con la guitarra, viendo los mismos programas de televisión... ¿Por qué, a pesar de lo que sufría el primero el segundo quería ser como el Primero?
Alguien mencionó, que la imitación es el primer signo de la admiración. No se si es verdad, a pesar de ser yo la que intenta salir en las fotos, tener algunas prendas en común o hacer los mismos gestos que mis idolos.
Sin embargo, en caso de que fuera verdad, Dime, ¿Por qué mi hermano ansia tanto ser como yo, a pesar de haberme dicho tantas veces que le deje tranquilo y que no me meta en su vida? Otra de mis dudas existenciales, pero no se si esta es, de las que me hacen sonreir, o de las me deprimen aun más. Que más dá, todo se ve más claro con una onza de chocolate.

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