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domingo, 24 de noviembre de 2013

Adjudicada.

Me dijo que me compraba la voz, que después de aquella noche mi silencio no le iba a dejar vivir y me ofreció cualquier cosa por mi voz. Y se la di, se la regalé a cambio de nada, lo cual es muy diferente de no pedir ninguna cosa a cambio. La nada es demasiado. "Adjudicada", le dije. Y me llamó loca, no lo dijo con palabras pero lo ví en sus ojos y en su expresión de sorpresa. No le había puesto ningún precio y yo había acpetado. Pero ¿para qué iba yo a querer mi voz si grito callada? Con mis manos y un papel me basta. Con mi cabeza y las noches en vela me basta. Con las batallas contra mí misma me basta. Y ahora ya no hablo, ¿para qué? Ya no queda nada importante que decir, y si algo asoma lo gritaré y me aseguraré de que todos me oigais aunque ya no tenga voz. Mientras tanto emplearé mi tiempo criando textos que mueren como nacen: desnudos.

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