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jueves, 4 de junio de 2015

La verdad cada vez más difusa, y el café cada vez más amargo. Amargo porque sí, amargo para soportar las penas y amargo para endulzarlo con aguante.
La verdad cada vez más baja, y el café cada vez más cargado. Cargado porque sí, cargado para demostrar que siempre se puede un poco más.
La verdad cada vez más fría, y el café cada vez más caliente.
Y si en palabras de poeta se nos pierde el café y se nos atraganta la verdad, siempre quedará la leche para rebajarlo todo, y siempre quedarán las ganas, para mover montañas y cordilleras, para demostrar que el café amargo, cargado y caliente es como sabe mejor.

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