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jueves, 23 de abril de 2015

Memorias de tormenta

Definitivamente tengo que dejar de beber, o dejar de pensar; y no puedo dejar de pensar, me hace falta mi cabeza. Pensar es la única arma de la que dispongo al 100%, es lo bueno de tener claro que no voy a ser objeto de nada. Aprender a pensar por necesidad, por no ser la muñeca de nadie, por no dejar que me regalen nada en absoluto. Pensar es lo que me queda, la capacidad de razonar, de ser crítica, de poder llegar a conclusiones desmedidas e imaginar más allá.
No puedo renunciar a eso.
Por esa razón igual debería renunciar a todas las drogas que adormezcan, que me priven de razón y saquen a la luz la parte incontrolable, la más cobarde, la que más hiere. No queremos eso, por supuesto que no. Queremos que cese la guerra, así que es mejor mantener esa encerrada -y que me coma por dentro-.

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