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domingo, 11 de mayo de 2014

Desde que estoy en segundo de bachiller soy menos yo, más yo.

Desde que estoy en segundo de bachiller soy en mi casa siempre la primera en levantarse y la última en acostarse. Soy la última en apagar la lamparita y recoger los trastos, en pasearme y comprobar que todo está en orden: todas las ventanas cerradas si es invierno y todo ventilado si es verano. Soy la que menos duerme, la que menos descansa, la que más viajes hace de un lado para otro, la que menos tiempo pasa en mi casa, la que encuentra más atractivo en los sillones del tranvia. Desde que estoy en segundo de bachiller soy, de mi familia, la que menos lee, la que menos ve la tele y la que menos uso hace de internet.
Desde que comenzó este año me he familiarizado con el café de todos los colores, con mi escritorio y con el tacto del papel. Desde que estudio biología sé que mi memoria es increible, y que el cuerpo humano es apasionante. Desde que doy química he comprobado que el entendimiento llega a límites inexplorables. Y desde que estudio matemáticas sé mejor que nadie que los días tienen 30 horas para mí (o al menos eso creo).
Se que soy la que menos tiempo pasa en pijama, la que menos momentos tiene en la cama. Pero soy también la que más sueña. La que más presión tiene sobre sus hombros, la que más se exige a sí misma. Desde que estoy en segundo de bachiller veo el futuro tan cercano que me asusta, pero no por eso me acobardo, ni me asusto ni me escondo, simplemente aprovecho que estoy despierta y sueño como nos enseñaron de pequeños. Este año tengo la sensación de que ya no soy la misma, de que puedo con un millón de cosas de las que el año pasado me habría creído incapaz, y además puedo con todas a la vez. Sin pausas, sin 'breaks', nada. "Ya descansaré cuando me muera" como filosofía del año más duro y más satírico que hay. Bueno, los habrán más duros, estoy segura de ello, pero ahora estoy preparada; y el año pasado no habría podido decir lo mismo.

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