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domingo, 7 de septiembre de 2014

Hemos crecido

A lo mejor es simplemente que hemos madurado. Pasamos del 'mamá, tengo un cumple, compra un regalo' al 'bueno ponemos cinco euros cada uno' hasta llegar a poner 20 euros para cada regalo porque la ilusión es distinta. Al principio la ilusión era la de llegar al cumpleaños y ser el del regalo más grande; ahora la ilusión florece al pensar en la cara que pondrá esa persona, en saber que estas haciendo algo que a todo el mundo le gustaría que hicieran por él, y lo haces sin esperar nada a cambio. Hemos crecido, y ya no nos dedicamos a criticar a otras personas por placer, lo hacemos en denuncia de las injusticias, como una contradicción a la lógica que esta madurez ha traído consigo; nos quejamos en busca de una solución y no por ocupar el tiempo o desahogarnos. Con nosotros ha evolucionado el concepto de amistad y los amigos, y ya nada es tan fácil como solía serlo. Han aparecido las relaciones complejas y todos sus entresijos, sus líos y sus imposibles nudos, y en este momento quien pueda contar a sus verdaderos amigos con los dedos de más de una sola mano no tiene ni uno solo de verdad. Antes nos necesitábamos a todas horas y teníamos siete mejores amigos, pero ahora yo no podría estar segura de tener más de tres buenos. La indiferencia se ha agrupado en nuestros estómagos y nos tira, a algunos hacia arriba y a otros hacia abajo. 
Nos falta madurez para no necesitar a quien no nos necesita, a quien simplemente nos quiere en su vida a ratos; pero no hay anda que podamos hacer para que el tiempo corra más rápido y sepamos cómo actuar. Tú no me quieres sin contexto, y yo te ofrezco un contrato sin letra pequeña, sin condiciones ni obligaciones, esto no podía salir bien. Yo te quiero siempre, y me matan los días sin verte, y los meses sin saber de ti, pero cuando al fin volvemos lo arreglas todo con un "te he echado de menos" y eso ya no me vale.
Qué decir si ese es un simple ejemplo de lo que ha cambiado, si ya solo nos quedan las fotos vestidas de rosa como las princesas que jugábamos a ser.
Todo se ha complicado, y ya no queda amistad en ningún recodo. En este caso fuimos amigos hasta morir, hasta no poder más, pero se nos fue de las manos y lo dejamos evolucionar; ya no podemos volver atrás. Siento que te he perdido cuando yo aun no había decidido si quería que me perdieras, pero has actuado de tal manera que ya no reconozco en ti eso que me enamoró. No me malinterpretes, tampoco lo iba buscando, pero esperaba que fueras mi amigo antes que cualquier otra cosa, y me has traicionado.
Al final, hemos crecido y ya no vamos al colegio, ya no jugamos a ser mayores; ahora lo somos sin más salidas, pero al fin y al cabo, crecer implica decepcionarse, y dentro de lo que cabe yo aun conservo la suficiente inocencia para creer en los míos.

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