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jueves, 29 de octubre de 2015

No se puede hablar a ciencia cierta porque la ciencia no es cierta, así que dí a esas neuronas que calmen el sodio, el calcio y el potasio. Mis ansias de ciencia sé que podrán conmigo, pero tú, desde tu inconsciencia eres más como yo que yo como tú. A lo largo de la vida te he contagiado tanto todas mis ganas de mundo, mis ganas de más, mis ganas de por qué, y no serviría de nada que lo negarás cuando ssbes que los dos hemos leído "Los arquitectos de ls ciencia" unas cinco veces.
No puedes decir que no nos parecemos, los dos leemos a Pérez Reverte, y quitamos las noticias cuando acaban los resúmenes. Los dos caminamos, y chocamos tanto que nos cuesta no estallar. Lo único de lo que estoy segura es de lo mucho que nos cuesta eso, de la fuerza sobrehumana que juntamos cuando discutimos.
Los dos somos cabezones, y tenemos los mismos andares -o eso dice mama-; pensamos hasta dar la vuelta, y se nos engancha todo "en la ounta de la lengua ". Nos perdemos con las letras, y no entendemos de leyes, y cuando creemos en algo (aunque creamos en opuestos) lo defendemos de verdad.
No nos gusta dar la razón, pero no nos cuesta trabajo hacerlo; ya los dos nos gusta inventarnos historias. Dejamos todo para el último momento (y el último momento es para nosotros dos días antes), y aplazamos las problemas, confiando en la física de forma inconsciente.
Las cartas sobre ls mesa, sí que nos parecemos, y los momentos de confluencia son tan buenos que impresionan.
Pero me has repetido tsntas veces que tengo un dno oara hacer las cosas mal que ya no te creo cuando me dices que crees en mí. Sé que en el fondo lo hsces, pero cuando llega el momento de decírmelo se te quiebra la seguridad y dudas, y es ahí donde sé que mientes.
Me he acostumbrado a oír de otros labios que soy expresiva (más que eso), pero ellos no te conocen a ti. A veces me miras con tanta dureza que consigues que me avergüence hasta de ser, y siento que tienes tanto que echarme en cara que no hay perdón suficiente; pero no puedo disculparme por lo que soy.
Podría decirte que con el tiempo cambiaré y no te replicaré tanto, que seré más dócil y te daré la razón cuando sé que no quieres discutir, mas te estaris mintiendo porque sé que, por el contrario, con el tiempo me iré pareciendo poco a poco más a ti.

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