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domingo, 18 de octubre de 2015

F

En honor a tu afán de protagonismo inexistente, a tus ganas incontrolablemente dominables y a tu sentido ciego de ver el mundo. En honor a tus consejos no aplicables, a tus soluciones drásticas y, más que a nada, a tu derecho sobre los mundos que reinas. En honor a todo lo que callas y maduras, en honor al escondite constante al que juego con tus puntos de sinapsis. A los días que pasan como pasan las revoluciones y a aquellos que lo hacen como las águilas cuando planean. En honor a tus ganas de guerra, a mis intentos ineficaces de defensa; a las siempre tuyas palabras de paz. En honor a todas mis banderas blancas escondidas entre minas.
En honor a tus manías, a tu instinto de protección, a tu capacidad de empatía -conmigo-. A la paciencia que te falta, y a todas esas veces en las que dominas tus nervios conmigo como un domador con sus leones.
Por todas mis palabras fuera de lugar y tu temple, por los guiños que el resto de ojos del mundo no podría entender.
En honor a los momentos en los que hablamos de verdad en vez de intercambiar meramente palabras y a la idea de que el mundo podria acabarse en ese instante, que el resto me seguiría dando igual.
En honor al número 19 y a su impotancia. Al valor de lo que significas.
En honor al honor de haberte conocido.

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