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sábado, 8 de junio de 2013

Paint you wings

No es impotencia porque para eso primero debería haber saboreado la potencia del poder, y ese era un sabor que sus labios no habían probado, una sensación no clasificada por su lengua. De esa misma forma, tampoco es rabia porque no había rencor, y ella siempre había creído firmemente que ambos iban siempre de la mano. No son celos, una vez pasado ella nunca se preguntaba por el después, no existían las ganas de volver a poseer lo que ya no era suyo, ni de aferrarse a los fantasmas de la etérea presencia de lo que un día tuvo entre sus brazos. ¿Por qué iba a haber entonces algo? Es una sensación que le hacía completamente perder la fe en el orgullo.
Creía en el perdón como medida necesaria, como la única forma de matar al rencor clavándole un cuchillo en su único punto débil. ¿Qué está pasando? Todo ha llegado a un puno en el que el amor propio ha perdido la fuerza de levantar la voz, en el que se todos se arrastraban y dejaban a un lado el poder de hacer el mundo temblar con cada paso. Ambas partes lo hacían, y se encontraban en el suelo, luchando por ver quien caía más bajo. Una lucha de "contraorgullo". No entendía cómo la gente podía llegar a esos extremos, pero los enemigos del ayer eran amigos del presente y amantes planeados en un futuro desde un principio.

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