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martes, 20 de marzo de 2012

No todos los príncipes van en caballo.

Algunos ni siquiera merecen el título. Algunos no llevan corona, ni tienen los ojos azules, ni tienen princesa. Algunos simplemente tienen los ojos verdes, muchos lunares, y van de rana en rana. O van a clases de teatro. Algunos príncipes no aparentan ser lo que son en realidad, y actúan como verdaderos capullos. Algunos dominan el don de la palabra, pero otros dicen lo menos oportuno, en el momento menos adecuado. Algunos tienen sonrisas perfectas, y van siempre perfectamente peinados, pero otros sonríen de lado, y tienen ese aire despreocupado que hace que vayan bien hasta despeinados.
Sin embargo, por muy capullo que sea, seguirá siendo príncipe, mientras que yo lo sienta asi. Mientras que siga sin poder mirarle a los ojos, mientras que sonría y llore a la vez cada vez que piense en él, mientras que siga siendo importante para mí. Príncipe de sangre roja, y ojos verdes, pero príncipe al fín y al cabo. Príncipe para mí, ante mis ojos. Príncipe que algún día pasará a ser un tío normal y corriente, pero siempre un tío que me matará cada vez que me mire.

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