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domingo, 31 de marzo de 2013

What about now?

Le dijeron que corriera, que pasase lo que pasase nunca mirara atrás. Él respondió que vivía corriendo. Sacando fuerzas de la debilidad del resto. Absorbiendo toda la alegría de las sonrisas de todo el mundo, haciéndose fuerte a costa de las caídas de los que le rodeaban.
"Me enriquezco de la forma de empobrecerse del resto. Veo como caen, cómo se levantan y con qué resbalan. Veo como se arrepienten y, cuales pecadores, vuelven a hacerlo. Observo la mentira en sus miradas. La pasión, el amor, la furia, el odio, la verdad, la impotencia. Todo reflejado en sus ojos como si fuesen sus almas las que hablaran. He aprendido a leer sus sonrisas como un libro abierto ante mis ojos. He adquirido la habilidad de dominar el arte de la interpretación. Me he hecho fuerte con cada una de sus actuaciones, siempre en la sombra haciéndoles creer que, cual ingenuo, creo todas sus palabras" Su mirada reflejaba el odio, el rencor, la ira. No había ni un asomo, ni un pequeño atisbo de sonrisa en su rostro. "He crecido rodeado de mentiras" Su fiereza flaqueó durante apenas un segundo, pero tardó lo que tarda el aire en perturbar el equilibrio de la calma en volver a ser lo que era. "Pero eso ahora no importa" Un cruce de miradas aumentó la tensión del momento. "Nadie me explicó como amar, como actuar ante ese sentimiento al que algunos llaman amor" Dijo esa última palabra casi asqueado. "He aprendido viendo a las damas seducir, dominar el arte de la insinuación y hacer caídas de ojos cuando un caballero llevaba más de un minuto mirándolas. Más nunca fue suficiente. He visto de todo, créame, de todo, y sigo sin comprender como alguien puede vivir de esa manera. O al menos no podía comprenderlo, hasta que la ví. Estaba allí, no recuerdo su aspecto, ni su atuendo ni su peinado. Pero era preciosa. Deberían de haberla visto. Si había algún rincón de oscuridad en la sala, cuando ella sonreía tras su abanico, todo desaparecía. Se movía como una pluma, suave; y a la vez firme como una piedra.Su mirada podría hacer cambiar de opinión al más imperturbable juez y hacer que este le perdonara la vida al peor criminal. Su cuello... su cuello es mi perdición. Siento que moriría si me acercara a él.  Pero ahora nada importa" Y recuperó la seriedad que poseía al principio "Ahora todo ha acabado, aplaudan por la espectacular función que acaban de ver y retírense" Dejó escapar estas palabras con ironía. Con un poco de burla y hasta una pizca de saña. El odio escondido le quemaba la piel. 

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