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lunes, 3 de octubre de 2011

Have a nice day.

Llegué a sentirlo tanto que me palpitaba por las venas, recorría cada milímetro de mi cuerpo provocándome escalofríos. Cuando algo te gusta de verdad te afecta hasta en el sabor de una patata frita, y yo llegué a sentirlas dulces. Un escalofrío por cada poro, cada conexión entre las células, cada orden de mi cerebro, cada acto reflejo. Me llegó a las entrañas. Y es que cuando algo te gusta de verdad lo llevas en el ADN, lo sientes fuerte, desde bien pequeño, y para siempre.

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