.

.

martes, 1 de enero de 2019

Dámelo

Ha sido un placer, un verdadero placer. Cuando era pequeña me encantaban este tipo de juegos (siempre en otro contexto, obviamente no he tenido siempre esta forma de interpretar lo que me rodea), y -supongo- de ahí viene mi afición por las novelas de misterio; me puede la necesidad de más, siempre más, la sensación de control que se me escapa por poco de las manos, y el no saber cómo acabará pero siempre intuirlo. Contigo todo ha sido siempre así. Desde el principio era un juego, y aunque nunca he sabido cómo ni cuándo (y esto último es lo que más me ha hecho seguir, pero lo que me ha vencido, lo siento) iba a acabar, sí tenía claro que algún día todo iba a tener que darse la vuelta. Desde aquella primera noche, tan lejana, se me presentaron las reglas, y los inconvenientes, y tomé una decisión; pero tú creaste un escenario totalmente diferente que hizo que yo aceptara (primer error, no es difícil de adivinar). Y después todo fue montándose sin que me diera cuenta, con más variables y factores, y ahora estaba en el punto de presión crítica, como una olla exprés que se abre o explota. Pensaba que estaba cerca, porque estoy lejos, y eso es una ventaja; deshaciendo implicaciones y poniendo tierra de por medio, literalmente hablando, creí que podrías ver que en realidad todo había sido siempre visceral. Pero yo solo cuento con mi punto de vista y lo subjetivo de lo que tú puedas mostrar y yo pueda interpretar (segundo error). 
No eres criptonita, eres algo a saldar. Eras.

Pero ya no volverás a serlo, o al menos no de la misma forma; te he cazao. De repente, te he visto de una forma tan clara que casi me ciega la sorpresa, aunque muy en el fondo no sea sorprendente en absoluto -at all-, y no quiero volver a jugar, no quiero que vuelvas a jugar conmigo (tercer error, la diferencia es abismal). 
Ha sido un tiempo perdido-invertido, pero ahora sé que cerrar es parar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario