Y decirte que no necesito palabras bonitas. Aunque puede que las agradezca, no las quiero, ni las necesito; no me sirven. Decir que no me hace falta llenar este vacío, que ya me he acostumbrado y ahora lo uso como armario; si antes ya era oscuro, ahora no te cuento.
Pero no necesito tu ayuda, ni la del resto del mundo que se cree con derecho a decidir en qué nivel estoy y catalogar lo que necesito; porque si no saben por qué empezó el abismo, no tienen derecho al fuego.
Supongo que aquella mañana apareciste con ganas de arder.
Esta vez nadie puede hablar -ni puede hacerme hablar- porque me he vuelto hermética, y nunca más sabréis de mí.
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sábado, 21 de noviembre de 2015
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