.
domingo, 20 de septiembre de 2015
Final.
No imagino a dos que pudieran combinar peor de lo que podríamos hacerlo tú y yo. Jamás habríamos podido estar juntos, porque nos habríamos acabado matando. Yo me quiero en mi orgullo, y tu te quieres, y eso está bien, pero yo me quiero tanto que ni queriendote habría podido quererte como tú quieres, y no quiero pensar lo que pasaría viceversa. Nuestro problema es que los dos somos fuego, y nuestra vida sería un incendio luchando por avivar el hielo; habríamos acabado quemando todo lo que hubiéramos podido llegar a sentir. Tu exiges , y creas, y renaces; y yo no sé obedecer, ni dejarme, ni morir por nadie más que por una persona, y esa ya tienen un nombre. Jamás habríamos congeniado de una manera diferente a la que lo hacemos ahora, porque nuestra magia se basa en que no hay doble fondo; nos comportamos como magos que, más que subirse las mangas, se quitan la camisa y enseñan el pecho, y se abren las venss entre su público buscando la máxima verdad . Supongo que tú y yo nos entendemos porque tenemos unos principios sumamente parecidos y diferentes a la vez, lo cual habría sido un impedimento en el día a día que es el "toma y daca" de una relación.
miércoles, 9 de septiembre de 2015
En dirección
La fuerza de las personas debería ser un balance entre la capacidad de reacción cuando algún ser querido sufre y el cariño que somos capaces de aportar para sacar a esa otra persona del foso en el que está. Cuando cualquier cosa afecta a una persona, esa persona puede desarrollar la capacidad de reponerse; pero cuando el dolor es infringido a otro ser, y resulta además querido, esa capacidad se vuelve increíble hasta el punto de sacar fuerzas del propio dolor y aprovecharlas para aliviar.
Y es que somos seres malditos, sí, pero hay que ver qué bonito es necesitarnos. Qué bonito pensar en alguien cuando tus pesadillas se revelan con la almohada e invaden el mundo. Qué bonitas las palabras que se dicen sin pensar, y qué bonitos los silencios que han decidido divorciarse de la trémula incomodidad que los ocupa y los llena sin dejar ningún espacio a las miradas que se cruzan y se quedan. Qué bonito el pensar.
Qué bonito el ser fuerte.
Y más bonito aun ser fuente de fuerza. Ser apoyo, ser causa y a la vez consecuencia.
domingo, 6 de septiembre de 2015
Si a ti te aviva la tristeza, a mí me escuece.
¿Cuando te has preocupado tú de lo que me hayas podido provocar?
Siempre has estado ahí cuando algo ajeno me ha herido, pero ¿alguna vez te has parado seriamente a hacer un examen de conciencia? Tú, tan pía y tan debota, tan creyente como eres, ¿en algún momento te has parado a hacer balance? A veces la fe falla, o no es suficiente, y tu fe en estar haciéndolo todo bien conmigo debería acabar en las veces en que matas mis principios en vida de tus exigencias; me vas a acabar ahogando.
Lo siento, no quiero ser como tú.
Te admiro, no creas que no, eres una mujer fuerte y siempre hss sacrificado mucho por todod nosotros, pero no me compensan tus virtudes con errores. Soy consciente de que los míos pesan, y que son posiblemente más difíciles de borrar que los tuyos, y no los excuso, pero tus fallos se ven tan reflejados en mí que a veces creo ser tú y me desespero. No quiero tu entereza, ni tu fuerza, ni tu forma de ser, por muy única que sea. Me compensa ese gran desastre que soy a cambio de ser más yo que tú, a cambio de poder sentirme algún día tan orgullosa de mí como tú no lo estás de ti.
Sí, soy adicta al desastre en pequeña escala, y puede que mi ligera tendencia al síndrome de Diógenes sea minimalista y desesperante en la misma medida. Acepto que emprendo pocos proyectos en comparación con todos los que tengo en mente, y que soy muy cabezona, pero llego al final con todos; y más allá, qué sabes tú de que soy capaz si no conoces mis momentos de debilidad. No te atrevas a medirme o juzgarme a partir de lo que hago digno de contar. Soy tan perfeccionista como tú, somos muy similares en ese aspecto, pero nuestrss obsesiones van en caminos diferentes y completamente paralelos, destinados a no cruzarse nunca. Algún día la pequeña investigación y recopilación de fracciones que es mi vida dará sus frutos, y entonces te podré decir con la cabeza bien alta que hay vicios peores.