Nunca quise ser una piedra más en el camino. Tampoco una gran montaña siempre recordada, me conformaría con ser una piedra de las que se te mete en el zapato y te cambia el día. Pero no de las que pican y se clavan, no; más bien una de las que paras para sacarte porque te hace cosquillas y justo cuando paras te das cuenta, de que has andado demasiado.
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