Cuando llegan las olas y voltean la realidad, y lo inundan todo, sabe el capitán que su lugar está con su barco, cabeza abajo en la arena y con los pulmones encharcados. Y cuando el sol lo despierte y carcoma la arena de los mástiles y la tela de las velas, sabe un buen capitán que de nada sirve lamentarse o enfadarse, que su objetivo ha de ser el de reparar su barco, y cuidarlo porque es lo que lo salva del mar ahí fuera.
Me pido capitán.