No es que esté en el mejor momento, y lo cierto es que veo la cima muy lejos, pero estoy bien, tranquilos, que no cunda el pánico.
La palabra mágica es esa, bien, y las alarmas bajan, los miedos desaparecen, porque "bien" está terriblemente lejos de "mal" (¿no?). La verdad es que podría estar mucho mejor, pero todo es cuestión de perspectiva, así que no hay peligro. Qué fácil es alejar el pánico de los días tranquilos de todo el mundo, cuántos algoritmos que juegan a camuflarse entre sí. Hay demasiadas formas de pretender, de esconder, de mentir, de ahogarse y desesperar, de desear que todo pare y terminar con lo que sea que juega entre el estómago, el pecho y la cabeza.
A veces ese algo se escapa por los ojos, quienes ingrávidos y febriles se inundan y desconfían, y se encierran en la piel que los rodea, dejan que se barra el polvo que les sirve de excusa y empujan hacia el interior lo que nunca debería haber salido.
La oscuridad no ha sido creada para ver la luz, y mucho menos para enfrentarse a ella.
La boca es frontera infranqueable, los labios aduana ilegal. A veces ese algo toma forma sensualmente y viaja por conexiones indómitas hasta llegar a la barrera, y entonces seduce y sale, y huye, e intenta correr tan rápido que hay que usar la artillería; y traerlo de vuelta con un mordisco, castigo a lo que nunca debió abrirse.
En las fórmulas comunes hay tantas mentiras como en cualquier novela de los noventa, y la habilidad de camuflarlas es la verdadera magia. No, verás, no hablo de ese camuflaje que aflora pequeñas, muestras de miedo, hablo del camuflaje camaleonico, de adiestrar a los ojos para que sonrían y mientan al compás de las comisuras. No se si me explico.
No me importa, estoy bien.
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martes, 5 de enero de 2016
domingo, 3 de enero de 2016
No quiero una explicación, ningún por qué que solo traería más quebraderos. Solo quiero saber si es seguro, porque si de veras lo estas, ¿dónde me deja eso a mí? Y peor aún, ¿dónde deja eso a todo mi esfuerzo? No es fácil, lo hago con gusto y siempre seguiré haciéndolo así, pero es tarea ardua; tú eres la más ardua tarea.
He creado en mi mente -en todo mi mundo de papel y tinta- un pedacito, un rincón dedicado a todas las medallas que gano contigo. Cada reconocimiento, muestra de orgullo o mejoría, cada pequeño signo de cariño; supongo que sí que soy un poco infantil, pero me encantan todas esas prqueñas cosas que dosificadas son el cielo y mejor que ningún paraíso de libro. Sea como sea, he reservado un pequeño hueco en el que cuelgo con orgullo todo lo que gano, todo lo que significa ser yo contigo. Y no es que quiera presumir de ello -lo tengo tan escondido que jamás podrías encontrarlo, ni tú ni nadie-, pero no es agradable que condecores a quien no lo merece, a quien ve las batallas desde el palco. Yo no quiero ningún palco, no quiero escudos ni armaduras, ni arma alguna con la que poderme defender, estoy bien en la primera línea, pero coja de confianza y manca de silencios, quiero todas mis medallas en mi pared. Y no es que las quiera por el hecho de querer, las quiero porque si existen, me corresponden.
Y si consideras que son de cualquier otro soldado, que al menos sea de raso; la burguesía deriva de los hipócritas.
Que venga a luchar mis batallas. A escuchar oído al suelo cada paso, y que se desvele maquinando. Que venga y que construya, porque destruir está "mal visto", y que luego recoja todos sus anillos y cuide bien sus manos, porque cuando se camina por tus desiertos no hay nadie que te asista.
Y dile a todo el mundo que esto no es una exigencia, es un grito al intentar ser hasta tus manos para evitarte las heridas y no poder desatarte la venda que te anuda los ojos y la garganta; una súplica ante la necesidad de que veas que yo lucho porque tú eres una de mis causas, y me sobra todo lo demás.
Pedacito de infierno, complejo mundo.
A mil metros bajo el suelo, a niveles catastróficos. Más allá del núcleo y hasta el otro extremo.
¿No es eso la superficie?
Cambia de punto de vista. Es tan profundo que aunque lo buscarás jamás lo encontrarías. Aunque supieras qué estás buscando, podrías pasar por al lado y no verlo.
Supongo que hablo de los pensamientos callados y todo eso que ni si quiera se piensa por el miedo a tener que admitir que la recta es más cuesta arriba de lo que debería. Nadie debería tener que esconder ni echar a correr tras de todo, y mucho menos dejarse los pies huyendo de todo lo demás.
Por eso está escondido, lo he enterrado tan profundo que a penas recuerdo el lugar; y cada día lo siento más profundo.
A mil metros bajo el suelo, a niveles catastróficos.
jueves, 24 de diciembre de 2015
No llego a imaginar cuáles serán tus islas.
Diría que una de ellas es la honradez.
Me gustaría pensar que otra soy yo.
Y sé que puedo decir que otra es el sacrificio.
Te debo las memorias, todas mis crónicas de madurez que maquillan que en el fondo no sé nada, no tengo nada que enseñarte; y poco queda que puedas aprender de mi. No me tengas nunca como un espejo, tú eres la mejor versión de mí que hay en todo aquello en lo que pudieras querer seguirme.
¿Sabes? En cierta medida escribo para ti. No pretendo darte ninguna lección, pero soy tu mayor fan en la vida y necesito sentir que algún día podrás entenderme.
Al infierno las medidas, yo escribo para ti.
Yp creo para ti, y creo en ti.
Creo en ti, en todos tus fantasmas y creo en todo lo que quieres ser. Creo en mirarte desde abajo y protegerte aunque llegues a ser más grande que yo.
Creo en tu corazón y en tu pecho aún pequeño, y creo en todo todo todo lo que imaginas y compartes.
Por encima de todo y de todos, yo estoy orgullosa de ti. Mírate, eres tandiferente a todos que me cuesta buscar lo que nos une.
Te debo esfuerzos, y me gustaría contarte que, a pesar de todo, algún día podrás mirar atrás. No habrá tópicos que valgan, pero cuando recuerdes y hurgues en lo viejo, pásame como las páginas de los libros que finges leer para que mamá te deje tranquilo.
martes, 8 de diciembre de 2015
Me lo debes
Son cosas que me debes solo a mí, pero me las debes al fin y al cabo.
Me debes tardes cortas, noches largas y amaneceres bonitos, y me debes esa paz que tantas veces te he cedido. Me debes ese aura que emanas de forma natural.
Me debes más abrazos de los que me vas a poder dar nunca -tu natursleza te lo impide- y me debes más caricias de las que tus falanges te permiten en libertad de movimiento, y se quedan en el aire. Hablando de aire , me debes más respiraciones cargadas de gases irrespirables, me debes alvéolos contaminados y partículas que tengan que ser barrridas oor cilios, me debes vivir intensamente. Me debes más besos de los que me has dado, me debes en especial ese que se esconde en tu comisura derecha cuando sonríes y se que he hecho algo bien; y me debes más verdad que realidad. Sinceridad, me debes dolor y me debes tanto que nunca saldremos de esta deuda.
Me debes tiempo, tiempo para mí y ser yo como soy contigo, y me debes dejar que te mire de reojo sin que te des cuenta más a menudo, porque en esa cara de concentración se esconden más secretos que en la ciencia. Me debes un vistazo, dejar que te mire como miro al microscopio, y me debes más detalles que los que tienen tus pupilas en su límite con el iris. Me debes todos esos tonos y me debes la nubleza de la mirada taciturna que adoptas.
Me debes ser tú, y ser yo, y me debes un plural eterno que lleva demasiado tiempo en formación y en acción. Me debes la causa, y me debes el efecto. Me debes más letras de las que jamás me vas a escribir, me debes más de las que incluso yo te voy a dedicar, pero nos debemos ritmo, y nos debemos complicidad.
Nos debemos la música que somos cuando lo hacemos bien. Porque cusndo lo hacemos bien, joder qué bien lo hacemos.
lunes, 7 de diciembre de 2015
El fundamento es que te entiendo.
Porque me he agarrado a un clavo ardiendo y mirando al cielo con mirada de niña me he resguardado en lo de "dios, yo no creo en ti, pero...", y he pecado y he negado. Y he vivido más tiempo con la cabeza alta de lo que imaginas -para no dejar caer las lágrimas, para dejar nacer y morir esos parpadeos eternos-. Mirando cuesta arriba he clavado mi bandera y he gritado "aquí me quedo, ¡AQUÍ ME QUEDO!", para después elevar la cabeza y estirar el cuello solo buscando oír un poquito de ánimo aunque fuera en el crujir de mi columna. Y he subido. Y he llegado.
sábado, 21 de noviembre de 2015
Y decirte que no necesito palabras bonitas. Aunque puede que las agradezca, no las quiero, ni las necesito; no me sirven. Decir que no me hace falta llenar este vacío, que ya me he acostumbrado y ahora lo uso como armario; si antes ya era oscuro, ahora no te cuento.
Pero no necesito tu ayuda, ni la del resto del mundo que se cree con derecho a decidir en qué nivel estoy y catalogar lo que necesito; porque si no saben por qué empezó el abismo, no tienen derecho al fuego.
Supongo que aquella mañana apareciste con ganas de arder.
Esta vez nadie puede hablar -ni puede hacerme hablar- porque me he vuelto hermética, y nunca más sabréis de mí.
viernes, 20 de noviembre de 2015
Me aparto porque tengo que hacerlo, por deber y no placer.
Me aparto porque, poniendo la verdad por delante, no puedo aguantarlo.
Me aoarto porque sé lo que siento, pero no sé cómo.
Me apartó porque creo que me acabarás matando.
Al jugar entre gigantes nunca creí que me pudieran pisar, y el sueño de jugar a ser mayor estaba bien. Sin embargo, aquí tirada en mi meseta y habiendo encontrado todos esos puntos suspensivos que perdí en forma de cardinales , estoy mejor.
Intentaré repetir
Me apartó porque no sé cuánto tiempo podría aguantar en ese surco sin romper.
lunes, 16 de noviembre de 2015
Y decirle a tu loca cabeza, con la que tantas guerras he tenido, con la que tantas veces me he querido matar ; y decirle a tus manos, que tanto daño me han hecho con abrazos, que tantas veces me han enganchado del cuello para ahogarme, que tantas veces me han empujado a volar ; y decirle a esas piernas detrás de las que tantas veces he corrido, esas piernas a las que tantas veces me he agarrado a suplicar; y decirte a ti, que tanto daño y tanto bueno me has hecho, que de algo hay que morir.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
Me gustaría que simplemente cerraras los ojos y escucharas lo que te tengo que decir. Sea mucho o sea poco, que dejaras a la subjetividad volar y solo juzgaras la duración , y nada más; sin ir más allá que el eco de lo que pudiera o pudiese contarte y lo que todo eso podría calar. Que dejaras que todo tu mundo se balanceara y supieras mantener el equilibrio, porque cuando el mío se viene abajo, me gustaría que cerraras los ojos y escucharas.
Ahí no te pediría la opinión que tanto odias darme, solo necesitaría que me escuchases y te dejaras envolver por el aire bohemio al que huele la desesperación. Y es que al fin y al cabo los ideales son humo, y cuando no nos queden ni cenizas querrás prender, prender a base de llamas imaginarias todo otra vez; pero no nos quedará carbón, ni hogazas ni paja.